Opinión

Buscar seguridad no es xenofobia

Por: Martín Valdivia Rodríguez

En el transcurso de la ola migratoria hacia el Perú han llegado venezolanos trabajadores y honestos, desde pujantes obreros, albañiles o despachadores de gasolina, hasta calificados profesionales y técnicos. Eso lo reconocemos los peruanos que queremos un país sin violencia, no somos xenofóbicos. Pero también vinieron muchos delincuentes, extorsionadores, sicarios, proxenetas, secuestradores y asaltantes. Tantos y tan sanguinarios, que el hampa peruana les quedó chica y sus miembros parecen novatos ante los niveles de osadía, perversidad y salvajismo que caracterizan a sus pares del país gobernado por el inefable Nicolás Maduro.

En nuestro país, ninguna banda delincuencial peruana se atrevió a grabar un video donde sus miembros, encapuchados y con fusiles, escopetas y metralletas, amenazan con asesinar a mansalva a peruanos si no cesan las acciones de lucha contra las extorsiones y el cobro de cupos. En el Perú se le conocía esa práctica solo a los grupos terroristas, pues el MRTA y Sendero Luminoso tomaban radioemisoras para dar su perorata comunista y lanzar amenazas. Que diga el premier Alberto Otárola o el ministro del Interior, Vicente Romero, si lo que hacen “Los Gallegos” no califica como terrorismo urbano.

Según el jefe de la Dirección Nacional de Investigación Criminal, Óscar Arriola, hay más de 3,000 delincuentes venezolanos en cárceles peruanas, pero a ellos se suman alrededor de 67,000 que tienen prisión extramuros, es decir, han sido condenados con reserva de fallo, por lo que se encuentran en libertad.

Si le restamos esos 67,000 al aproximadamente millón y medio de venezolanos que se encuentran en el Perú, tendremos 1’433.000 ciudadanos de dicho país que no son delincuentes. Por lo tanto, luchar contra 67,000 delincuentes venezolanos no es ninguna muestra de xenofobia o discriminación.

Por el contrario, muchos peruanos han dado acogida a migrantes venezolanos, brindándoles trabajo, hospedaje y alimento. La solidaridad es una característica de los peruanos, pero resulta que muchos venezolanos les pagaron mal a quienes les tendieron la mano, pues les salieron robando o hasta asesinándolos.

Otro aspecto es la conducta. A muchos barrios han llegado venezolanos que, si bien no son delincuentes, son groseros y escandalosos. Encienden sus equipos de música a todo volumen, se emborrachan y amenazan o agreden cuando se les pide moderación. Si en muchos vecindarios los peruanos se están organizando para frenar esos excesos, tampoco es por xenofobia, sino para proteger a sus hijos y recuperar el orden y la tranquilidad que antes se tenía. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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