Opinión

El antivoto tendría un papel decisivo

EDITORIAL

Faltan apenas nueve días para las elecciones y ya estamos en el tramo final de la campaña. Las encuestas muestran hasta a seis candidatos presidenciales con posibilidades de pasar a la segunda vuelta que, a estas alturas, sería inevitable. Tanto para los comicios de este 11 de abril como para el ‘repechaje’, si así se le puede llamar, el denominado antivoto tendrá un papel importante en los resultados.

Hay por lo menos cinco aspirantes a la Presidencia de la República que tienen un alto porcentaje de antivoto, que mide el índice de electores que no votarían de ninguna manera por determinado candidato. Se trata de un rechazo irreversible en el que se conjugan diversos factores o solo uno que resulta determinante, como la ideología y posición política o antecedentes del aspirante presidencial en el sector público, privado o en el desempeño profesional.

El antivoto, por ejemplo, hizo perder las elecciones a Keiko Fujimori en las elecciones del 2016. Ella se había impuesto en la primera vuelta a Pedro Pablo Kuczynski por 39.86% a 21.05%, una diferencia considerable, pero en la segunda vuelta perdió por el ajustado resultado de 49.88% a 50.12%. La mayoría de los que habían votado por Verónika Mendoza (18.74%), Alfredo Barnechea (6.97%) y el Apra (5.83%) en la primera vuelta, lo habrían hecho por PPK en la segunda. Algo muy parecido ocurrió en los comicios generales del 2011, cuando Ollanta Humala derrotó a Keiko Fujimori en la segunda vuelta por 51.45% a 48.55%. Para entonces, los candidatos que ocuparon los puestos siguientes fueron PPK, Alejandro Toledo y Luis Castañeda Lossio.

Antes, los electores tomaban partido por determinada organización política llevados, principalmente, por su afinidad política e ideológica, pero ahora las cosas han cambiado. Ahora las personas ya no piensan mucho si el postulante es de izquierda, derecha o centro, demócrata, socialdemócrata, socialcristiano, liberal, progresista o nacionalista. En la actualidad, los electores se guían más por el aspecto sentimental, el carisma, los gestos, los valores y otros factores. La falta de humildad mostrada por algunos candidatos en el último debate, por ejemplo, habría hecho que más de uno incremente su porcentaje de antivotos.

Así, es muy fácil que un candidato presidencial aumente su antivoto y asista a la contienda con sus posibilidades reducidas por alguna acción o alguna denuncia contundente en su contra. En la segunda vuelta se tendrán que dar adhesiones y endoso de votos, es ahí cuando las simpatías y afinidades competirán contra el antivoto, el rechazo, la animadversión.

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