Eso de esconder dinero en el baño, como lo hizo Bruno Pacheco, el ahora exsecretario del presidente Pedro Castillo, no es tan nuevo que digamos. En argentina, bajo el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, ocurrió un caso parecido. La entonces ministra de Economía, Felisa Miceli, tuvo que renunciar, luego de dos años de ejercer el cargo, tras el hallazgo de una bolsa de papel con 31,670 dólares en el baño de su despacho.
Pacheco dice que los 20 mil dólares que halló el equipo de la Fiscalía y la Policía Anticorrupción en los servicios higiénicos de su despacho en Palacio de Gobierno eran sus ahorros y su sueldo. Por su parte, la exministra de Economía argentina alegó que el dinero que le hallaron era para efectuar una operación inmobiliaria que fue cancelada. Siempre hay un argumento, una coartada, una justificación, tanto de parte de culpables como de inocentes. Pero al final, casi siempre, la verdad sale a la luz.
Felisa Miceli, la ministra argentina, fue sometida a un proceso de investigación y las autoridades judiciales finalmente le dieron cuatro años de cárcel. En el caso de Pacheco, en el Ministerio Público ya están considerando inverosímil que los US$ 20,000 sean producto de sus ahorros y sospechan que la procedencia es ilícita, que el secretario general de Palacio de Gobierno trató de esconder el dinero, pero le faltó tiempo.
Según diversos abogados penalistas, en el caso de que Pacheco sea hallado culpable, puede ser condenado a 15 años de prisión.
Por lo pronto, los celulares del exsecretario de Pedro Castillo y sus colaboradores serán revisados por la Policía de Alta Tecnología para recuperar mensajes y llamadas. Según vayan apareciendo nuevos hallazgos, los delitos podrían ser ampliados.
Una investigación imparcial y sin injerencia de ningún tipo debe conducir a la verdad sobre la procedencia de esos US$ 20,000 que Pacheco guardó en el baño como si este fuese su caja fuerte. Puede ser dinero sucio, pues es un caso que huele feo. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.
