Opinión

Desigualdad de oportunidades

Por: Martín Valdivia Rodríguez

En México le dicen “palanca” o “padrino”, en el Perú, “vara” o “tarjetazo”. Se llama así al personaje influyente que puede colocar a alguien en un puesto ya sea de una institución pública o en una empresa privada. Se supone que en los estamentos del Estado debe primar la meritocracia, pero todo indica que estamos lejos de alcanzar ese nivel, que no es sino el proceso de asignación de cargos públicos donde prevalecen los méritos de los postulantes y no factores ajenos a su currículo, como la influencia o los contactos.

El presidente Pedro Castillo el último miércoles, en su mensaje en Ayacucho, se refirió a las llamadas “puertas giratorias”, pero de manera general, sin abundar en detalles. La expresión puerta giratoria, en la que también puede estar ausente la meritocracia, designa de forma coloquial el hecho de que un alto cargo público se marche a trabajar a una empresa privada, obteniendo beneficio de su anterior ocupación estatal y produciendo conflictos de interés en beneficio propio y en perjuicio del interés público.

En realidad, el fenómeno de las puertas giratorias se da solo en los círculos de las élites políticas y empresariales, aquellas que copan los puestos de mando medio y altos cargos a través de las argollas. En los demás puestos de trabajo se aplica la “vara” o el “tarjetazo”, que es influencia del contacto para lograr ocupar una plaza.

Una prueba de que la meritocracia sigue ausente en la cobertura de las plazas de trabajo, no en todas las instituciones del Estado, quizá, pero parece que sí en la mayoría, salió a la luz con las denuncias periodísticas de varias contrataciones muy raras en el Congreso de la República.

El primer caso que se conoció fue el de un asesor de modas, experto en alta costura y exmodelo que no tiene ningún grado académico registrado en Sunedu, pero fue contratado para trabajar en el despacho nada menos que de la presidenta de ese poder del Estado, María del Carmen Alva. Ella dice que este empleado “atiende a las personas, responde llamadas y organiza eventos”. Se conoció que estudiaron juntos y es su amigo.

Al despacho de la congresista Patricia Chirinos también ingresó a laborar un bachiller recién egresado de la universidad y sin experiencia. Se sabe que para trabajar en el Legislativo se necesita acreditar dos años de experiencia. La meritocracia, que se puede definir también como igualdad de oportunidades, aún parece estar lejos en nuestro país. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

 

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