Opinión

Desconfianza en el sistema político

Por: Martín Valdivia Rodríguez

El acontecer político en estos tiempos es tan vertiginoso, que las elecciones municipales y regionales pasaron raudas y casi desapercibidas, sin dar tiempo para el análisis. Si bien el triunfo de Rafael López Aliaga (Renovación Popular) confirmó la hegemonía de las nuevas agrupaciones políticas en desmedro de los partidos tradicionales, hay muchos otros aspectos interesantes que se deben tener en cuenta. En los recientes comicios hubo una tendencia mayor de escepticismo, decepción y desconfianza de la población por sus políticos que en procesos electorales pasados.

A la luz de los resultados de estas elecciones, se configura un nuevo mapa político en el Perú, donde en Lima los partidos tradicionales han sido desplazados por las nuevas organizaciones políticas, mientras que en las regiones siguen predominando los movimientos locales independientes.

El ausentismo y los votos en blanco y nulos también son un rasgo para tener en cuenta para el análisis de las elecciones, así como en la planificación de futuros procesos y campañas electorales. Es decir, no solo los partidos y demás organizaciones políticas deben ponerse las pilas, sino también la ONPE, el JNE y el Reniec.

Por ejemplo, en San Isidro, el 33.81% de los electores no acudió a votar, en Miraflores (32.38%), en San Borja (26.69%), en Surco (26.29%) y Lince (26.03%). Según el politólogo Omar Awapara, mientras en los distritos de clase media y alta fue mayor el ausentismo, en los distritos de niveles socioeconómicos más bajos, prevaleció la tendencia de los votos nulos y viciados. Es decir, en las zonas residenciales muchos prefieren pagar la multa, mientras que en las populares expresan su rechazo al no marcar por ningún candidato.

Muchos de los alcaldes para el próximo periodo de cuatro años, incluso el de Lima Metropolitana, fueron elegidos con un bajo margen y solo dos sobrepasaron el 50% de la votación. Eso significa que, además de decepción y desconfianza, ahora hay indiferencia, lo cual complica el panorama tanto para los políticos como para las organizaciones electorales, responsables de la convocatoria y el proceso electoral en sí.

Renovar la fe y la esperanza en el sistema político, por lo tanto, es el gran reto que deben asumir nuestros actores políticos y autoridades electorales con miras a los próximos procesos eleccionarios. Hay que cazarlas. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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