Opinión

Cuidado con el doble discurso

Por: Martín Valdivia Rodríguez

En todo gobierno, el presidente y los ministros, a través del premier, deben estar en sintonía. Precisan tener y mostrar una misma posición, especialmente sobre los temas más importantes y también en los más controversiales. El Gabinete es una suerte de equipo donde el primer ministro es el capitán. No puede el premier decir una cosa y un ministro, o el propio presidente, lo contrario. Si eso se da, como está ocurriendo con el Gobierno de Pedro Castillo, el régimen pierde la confianza, cae en el descrédito y le da argumentos a la oposición para los cuestionamientos.

El sociólogo francés Pierre Bourdieu es uno de los teóricos contemporáneos que con mayor profundidad ha estudiado el doble discurso, y sus postulados invitan, precisamente, a la superación de las antinomias o los dualismos. Esto es, las contradicciones tanto en el individuo, en las personas, como en los gobiernos y las instituciones en general. En su teoría de la sociedad, Bourdieu aborda el doble discurso en las relaciones de poner y las categorías sociales, preconizando la uniformización del pensamiento y la acción para fortalecer la imagen e inspirar confianza. Ese debe ser uno de los objetivos de toda institución, incluidos los gobiernos.

El doble discurso, una de las prácticas más comunes en la política actual, incluso en otras latitudes, es decir una cosa y hacer lo contrario. “Plega a Dios, Sancho, que así sea; porque del dicho al hecho hay gran trecho”, decía Miguel de Cervantes Saavedra, en la segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha. Pero una cosa es ofrecer cosas genéricas, como una mejor calidad de vida, inclusión social, meritocracia, justicia social y otros beneficios, que constituyen la consecuencia de un proceso; y otra, decir en un foro internacional que no habrá estatización de empresas privadas, pero en casa salir con lo contrario.

En el caso de Camisea, el presidente Castillo tácitamente ha corregido al premier Guido Bellido, pero ya quedó el sinsabor, la duda y la desconfianza. Divergencias como esta solo traerán el mayor deterioro de la imagen del Gobierno, que justamente necesita con urgencia lo contrario, no solo por la idea que se están formando los peruanos, incluso quienes simpatizan con el régimen o le dan el beneficio de la duda, muchos de los cuales ya están empezando a cambiar de parecer, sino con los empresarios que tienen interés en invertir sus capitales en el país con la consiguiente creación de fuentes de empleo, algo que hace más falta que nunca. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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