Opinión

Contraste socioeconómico

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Un tuitero hace una interesante observación: “La economía se puede estar yendo a la m…, pero la gente ya agotó las entradas para Bad Bunny, Daddy Yankeey y Coldplay (…) Parece que algo no cuadra”. Cierto, si el país está en crisis y casi todos nos quejamos de las alzas de precios, la falta de trabajo y el incremento de los niveles de desnutrición, parece que no encaja en el escenario actual la realidad mostrada en dicho mensaje. Pero todo tiene una explicación.

Ojo, las entradas para Bad Bunny están entre S/149 y S/680, para Daddy Yankee entre S/146 y S/435, y para Coldplay, entre S/172 y S/734. Miles tienen para darse esos gustos, mientras que a millones no les alcanza ni para parar la olla, pues el sueldo mínimo está en S/1,025 y muchas familias tienen que ingeniárselas hasta con ingresos menores.

Otro tuitero responde al anterior mensaje y trata de demostrar que no hay por qué alarmarse: “Somos 33 millones de peruanos y defines el poder adquisitivo de todos solo por 180 mil personas que pueden pagar una entrada (más o menos el total de asistentes a todos esos conciertos que mencionas)”. Pero otro le replica a este último con una ironía: “Me gasto S/30,000 en el quinceañero de mi hija, pero mi baño está hasta las h…, hace 10 años que no pinto mi ‘depa’, debo a todos los bancos, uso mi nueva tarjeta de crédito para pagar las anteriores, y estamos a dieta porque todo esta caro”.

En realidad, los tres tuiteros tienen cierta razón. Por un lado, hay mucha desigualdad e injusticia. Un ejemplo: Ayer se publicó una convocatoria de un practicante preprofesional para la dirección académica de una universidad. Además de las llamadas habilidades blandas (capacidad para trabajar en equipo y bajo presión, intuición, razonamiento lógico, análisis, comunicación verbal y escrita, curiosidad intelectual, etc.), pedían inglés avanzado, conocimiento intermedio de Bloomberg, excelentes habilidades tecnológicas en Excel y Power Point avanzados, programación en Python, Power BI y otros. Estamos seguros de que muchos congresistas ni ministros, quienes ganan S/15,600 y S/30,000, respectivamente, no cumplen siquiera la mitad de estos requisitos exigidos a un practicante.

Sin embargo, el hecho de que algunos miles puedan comprar una entrada para un concierto caro demuestra que también hay una clase media emergente que, en medio de las condiciones adversas, logra un estándar de vida aceptable, con cierta comodidad. Lo ideal sería que todos, sin discriminación alguna, tengamos acceso a la cultura y el entretenimiento. Algún día. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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