Opinión

Como las propias rosas

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Las figuras literarias o retóricas son materia prima indispensable en la orfebrería del periodismo. Cuando el texto es calibre de alto, estos recursos se convierten en la pimienta y la sal del aderezo de las palabras con los matices fónicos, gramaticales o semánticos que se desean. Lo que el ecualizador es a la música, las figuras retóricas lo son al arte de escribir y hablar. Pero, como dice el refrán, para comer pescado, hay que tener cuidado.

Uno de los más importantes recursos de la literatura—y también del periodismo— es la figura de la analogía, que establece una relación de semejanza o diferencia entre dos ideas o cosas. El periodista Jaime Bedoya, de pluma estilizada con fuegos artificiales, suele usar muchas analogías en sus escritos. Lo hizo en una reciente columna sobre la última marcha de protesta contra el profesor Castillo que, por sus dimensiones, más propiamente fue una marchita. O una marcha marchita, como la flor sin retoño, que inmortalizara Pedro Infante. “Ni regada con agua del cielo (…)”.

Según el escritor, si el actual presidente se apellidara Fujimori y no Castillo, en las circunstancias actuales, las calles hervirían de gente indignada y eufórica en marchas de protesta. ¿Algo así como la toma de la Bastilla, joven? ¡Qué va! El sentido metafórico enriquece el lenguaje, pero a veces también lo arruina.

Que Castillo no ha convertido en realidad su frase de “no más pobres en un país rico”, que no se ha bajado el sueldo —tampoco sus ministros—, que no ha vendido el avión presidencial para usar el dinero en hospitales y colegios. Todo eso es completamente cierto. También es cierto que el gobierno de Castillo tiene serios indicios de corrupción. Eso nadie lo puede negar.

Pero es un disparate inferir que, si Castillo se apellidara Fujimori, no irían cuatro gatos a las marchas de protesta en su contra, como ocurre con el inefable Castillo, sino un mar humano. ¡Acaso Castillo es un encantador de culebras con su verbo florido o su excelsa sabiduría! Su estilo de hacerse la víctima no da para tanto. En el artículo de Bedoya, entonces, hay una ironía con mucha exageración. O al revés.

Porque si Castillo se apellidara Fujimori, la gran prensa tendría la millonaria publicidad de antes y haría grandes negocios con Montesinos en la salita del SIN. Y esa gran prensa, entonces, diría que el gobierno está como las propias rosas. Y así la masa tranquila. . Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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