No existe impedimento alguno, ni legal ni constitucional, para que la ciudadana Dina Boluarte, hoy presidenta de la República y ya no militante de Perú Libre, decida crear un nuevo partido político y, a este efecto, le encargue dicha importante misión a una persona de su entera confianza, como parece ser su propio hermano Nicanor.
Tiene lógica: la señora Boluarte ejerce con legitimidad constitucional la Primera Magistratura de la Nación pero carece de partido político, de equipo de trabajo, de programa de gobierno y de bancada congresal; y debe prever que tendrá un futuro azaroso una vez que termine su mandato presidencial, lo cual debería ocurrir en 2024 y, ciertamente, no más allá del 28 de Julio del 2026.
Pero lo que no tiene justificación alguna, constituye abuso de poder y puede ser objeto de una grave denuncia penal, es que utilice los resortes del gobierno para recabar firmas, obtener la militancia que requiere y los comités que necesita para la inscripción de su partido Ciudadanos por el Perú, tal como ha sido denunciado en un programa de televisión dominical.
Esa denuncia implica también otro grave delito: la venta de subprefecturas en dinero contante y sonante acompañada de la obligación de los pagantes de conseguir un mínimo de 100 militantes. Y la vinculación directa, establecida hasta ahora en Cajamarca -cuna del golpista y corrupto Pedro Castillo-, entre la propia Boluarte, su hermano Nicanor y sus operadores locales, o sea los que cobran los cupos y exigen las firmas a los postulantes a las subprefecturas.
Fuera de otro hecho censurable: se trata de una campaña clandestina pagada con dinero público, perteneciente a todos los peruanos, que en forma absolutamente mercantilista pretende crear una organización política no en base a ideas, programas e ideales, sino con el crudo uso del dinero y el poder en el clásico estilo de la mayor parte de los movimientos políticos hoy existentes en el Perú. Claro, la señora Boluarte llegó al Poder a través de Perú Libre cuyo líder Vladimir Cerrón está hoy prófugo de la justicia.
Es realmente lamentable y visible que Boluarte se encuentre obviamente mareada por un poder que le queda grande, lo cual se puso en evidencia con su pobre defensa del hermanísimo Nicanor -puede reunirse con quien le “pegue” en gana, sostuvo- y su absoluta falta de sentido autocrítico. Adelanto de elecciones generales es lo que necesitamos.
(*) Presidente de Perú Acción Presidente del Consejo por la Paz
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