Opinión

Castillo atenta contra el interés nacional

Por: Hugo Guerra Arteaga

A todos los delitos que se le imputan a Pedro Castillo ahora hay que añadirle infracción constitucional por traicionar la política exterior de la patria en el foro de las Naciones Unidas.

De partida se cometió un craso error parlamentario al autorizar el viaje presidencial para que participe en la Asamblea General del foro mundial. No se puede pasar por alto que se trata de un investigado por la Fiscalía de la Nación bajo la hipótesis de que es el cabecilla de una organización criminal infiltrada en el estado para saquearlo desde dentro, por tanto, carece de los atributos morales mínimos para representar a la nación ante el mundo.

Peor todavía si Castillo incluyó en la comitiva oficial a su esposa, quien aparte de representar un costo adicional ocioso para el tesoro público porque no tiene un rol oficial en este tipo de giras, es también una investigada por ser parte de la mafia de la corrupción chotana.

En cuanto a la gestión el que funge como presidente se ha atrevido a contravenir el Derecho Internacional reconociendo y reuniéndose con el representante (pseudo canciller) de la llamada República Árabe Saharaui, una entidad que no está reconocida mundialmente porque no existe como estado independiente. Y con eso se ha perjudicado de manera notable y oprobiosa la excelente y productiva relación bilateral con Marruecos.

El interés en este reconocimiento es alentado por el comunista Foro de Sao Paulo que hizo una declaración específica por la cual constituyó en enero de este año la Plataforma Latinoamericana y Caribeña de Solidaridad con el Pueblo Saharaui para “impulsar activamente la solidaridad regional e internacional con este pueblo”.

Así, aun cuando el presidente tiene constitucionalmente la potestad de dirigir la política exterior, es indudable que traiciona al Perú al someterse a los dictados de la organización regional que impulsa el socialismo del siglo XXI en Latinoamérica. Y ello aplica del mismo modo al haberse sometido al Foro de Sao Paulo para anunciar la apertura de una embajada en la “república de Palestina” (sic) pese a que esta no existe y pese también a que así se lesionan los vínculos históricos y privilegiados con el Estado de Israel.

Temerario ha sido, asimismo, Pedro Castillo al hacer alusión al problema de las Malvinas y poner en entredicho la relación con el Reino Unido en una cuestión en la que Argentina ha optado por la preservación del statu quo; y cuando fue el gobierno de Buenos Aires el que, dominado por el peronismo que hasta hoy sigue en el poder, el que le vendió armas a Ecuador en pleno conflicto con nuestro país durante la guerra del Cenepa.

El gobierno castillista ya ha destrozado la institucionalidad del Ministerio de Relaciones Exteriores. Ha cambiado cinco veces de Canciller en poco más de un año, ha dado marchas y contramarchas. Hoy el cuerpo diplomático profesional ve aterrorizado su futuro y, lo peor, la coherencia de la política exterior peruana, considerada como muy sólida por todo el mundo, está siendo perforada y sometida a la voluntad del liderazgo comunista regional.

Esto debe considerarse como una grave infracción constitucional y Castillo debe pagar por el estropicio de las buenas relaciones que le Perú sostenía con países que no solo tienen una conducta intachable democráticamente, sino que hasta hoy han sido aliados para el desarrollo del Perú.

(*) Analista político

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