Opinión

Cuidado con El Niño global

Por: Martín Valdivia Rodríguez

La escasez del limón está demostrando la importancia de la agricultura en la alimentación de los peruanos. No solo en el ceviche y el emoliente, sino también en muchos otros potajes, refrescos y postres peruanos, los limones son indispensables. Por eso se ha dado tal descalabro en la cocina peruana y los chefs sonríen cuando algún ministro sugiere reemplazar el limón con vinagre o algún aliño carente de cítrico. El desabastecimiento de este valioso fruto se debe, principalmente, a las lluvias causadas por el Fenómeno El Niño y a la falta de fertilizantes.

Si esto ocurre cuando El Niño, que esta vez será global, recién está asomando en el norte del país, imagínense qué ocurrirá cuando esté en su pico máximo, provocando no sólo precipitaciones fluviales, sino también huaycos y desbordes de ríos.

El limón peruano es único. Es una fruta traída a América por Cristóbal Colón hace más de 500 años, pero el suelo y el clima peruano le han dado una acidez que lo ha convertido en ideal para muchos potajes. Están importando de Colombia el limón Thaiti, también llamado limón persa, sin semillas, pero esta calidad está lejos del limón peruano, pues no tiene la acidez necesaria y, por el contrario, es medio dulce.

Hay escasez de este producto porque las lluvias adelantadas por El Niño en Piura y Tumbes hicieron caer las flores de los limoneros. A ello se sumó la carencia de fertilizantes como consecuencia de la guerra entre Rusia y Ucrania, que aún tiene consecuencias en nuestro país.

Así como falta el limón por los efectos de El Niño, también puede haber poca producción y desabastecimiento de papa, choclos, arroz y otros productos. Hace décadas hubo escasez de papas y las pollerías empezaron a usar camote frito, pero no era igual, pues el sabor de los potajes y sus complementos han sido estandarizados por el paladar peruano.

El más grave problema es que las autoridades no han realizado las obras de prevención necesarias. La convulsión política, la corrupción, la incapacidad y otros factores han confabulado para que el Fenómeno El Niño nos esté encontrando desarmados, sin defensa ribereña, con los cauces obstruidos y las chacras, carreteras y hasta pueblos vulnerables a los desbordes, las inundaciones y las avalanchas.

Es tarde, pero hay que hacer algo para reducir los efectos negativos de El Niño. Los alcaldes, los gobernadores regionales, la llamada Autoridad para la Reconstrucción con Cambios y el Ejecutivo en general, tienen la palabra. Es una carrera contra el reloj. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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