Opinión

¿Bicentenario de qué?

Por: Julio C. Navarro Falconí

A días de las elecciones el escenario político es nefasto, este 2021 podrán participar 25,3 millones de electores, las mujeres superan en 200 mil a los hombres, prácticamente son mitad y mitad, sin embargo, las diferencias se dan por edad: entre 18 y 30 años son 7 millones, de 30 a 40 años son 5,5 millones, de 40 a 50 son 4,7 millones, de 50 a 60 años son 3,6 millones, y mayores de 60 son 4,6 millones.

Sin embargo, los dos candidatos que pasen a segunda vuelta no superarán los 2 millones de votos cada uno, es decir, ninguno representará el 10 % de los electores, ni siquiera será elegido por 1 de cada 10 peruanos, por lo tanto, al llegar al gobierno no contarán con el respaldo de la mayoría, al contrario, representarán una minoría que nuevamente se hace del poder por 5 años llevando en sus filas a los mismos mercaderes de la política de siempre.

Hoy el Perú no solo enfrenta una crisis económica que lacera y empobrece a la mayoría de familias, condenando a la pobreza, la desnutrición y la ignorancia a nuestros hijos; además, es evidente que la salud, educación y trabajo son los sectores más abandonados y precarios. Un país donde la corrupción, el narcotráfico y el crimen organizado se han convertido en la principal fuerza política tras bambalinas, un país donde la estrategia electoral se diseña y dirige desde las cárceles de máxima seguridad o están a cargo de perseguidos por la Fiscalía.

Por eso, les pido perdón a mis hijos, porque no hemos sido capaces de construir un verdadero país en 200 años, somos ciudadanos sin república, como señala Alberto Vergara, no solo vamos de la precariedad institucional al descalabro político, no Alberto, esto que vivimos es peor, pareciera que el tiempo circular, como se concibe en la cosmovisión andina, nos está regresando a la época de la colonia, donde solo los que acceden al poder estarán bien, los demás, la mayoría, tendrán que seguir labrando la tierra, tragando el polvo de las minas, mendigando salud, educación o trabajo, seguirán siendo explotados y discriminados por sus ideas, por sus credos, por su raza, por su débil voz.

¡Carajo! la pregunta no es ¿cuándo se jodió el Perú?, sino, ¿por qué lo seguimos jodiendo? ¿Acaso no somos 25 millones de electores capaces de salvar al país, de forjar una verdadera clase política, de dejarles una patria mejor a nuestros hijos? En realidad, los estamos condenando a la migración forzada debido a nuestra indiferencia e inacción en la política, para finalmente, siempre votar por el mal menor.

(*) Periodista

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