Atendiendo al artículo 78 de nuestra Constitución, el proyecto de Presupuesto General de la República que envía quien ejerce la Presidencia de la República, para su análisis, dictamen y debate en el Congreso, “debe estar efectivamente equilibrado”
Si el proyecto de Presupuesto debe estar realmente equilibrado, es obvio que lo que apruebe el Congreso como Presupuesto General de la República, deberá también estar efectivamente equilibrado y no solo nominalmente.
El artículo 79 de la misma Constitución determina que los congresistas “no tienen iniciativa para crear ni aumentar gastos públicos … “, buena disposición como la anterior, para que el Presupuesto no esté sometido a caprichos de muchos políticos, que para atender a sus electores aparentemente no tienen freno, como estamos acostumbrados a observar en el Congreso que aprueba cuanto proyecto de ley populista se le presenta, como por ejemplo los de creación de universidades públicas, en que obviamente hay compromiso de gasto, sin estudio ni sustento alguno. Lo más grave es, que ésos engendros normativos pasan suavemente por el Ejecutivo que los promulga y publica. Para algunos de los ministros y algunos de los parlamentarios, el término “austeridad” está prohibido.
Ahora bien, volviendo al importe del Presupuesto General de la República para el año próximo 2025, para que los egresos estén conciliados con los ingresos, la fórmula es facilísima, simplemente se aumentan los ingresos fiscales teóricos a absoluta discreción, insistiendo en que ello es para que no sean inferiores a los egresos.
En la última edición de la conferencia “CADE”, recientemente realizada en la ciudad de Arequipa, el presidente del Banco Central de Reserva llamó la atención y, con razón, a los Poderes Ejecutivo y Legislativo por la frondosidad del gasto que no guarda relación con lo que serían los ingresos reales, aunque nadie le retrucó preguntándole el motivo por el que el BCRP no adquiere oro para la canasta de inversión que debe representar las reservas que administra el Banco emisor.
Con la finalidad de conciliar los egresos con los reales ingresos, no queda otra que dictar medidas de austeridad en lo que es el gasto corriente, sobre todo en la planilla pública en que día a día aumentan los trabajadores del sector oficial en las diversas fórmulas de contratación, al igual que la generosidad gubernamental en la contratación de asesorías y consultorías, así como las autorizaciones de viajes para eventos en que bien podría estar representado el Estado por nuestros funcionarios diplomáticos acreditados en los países sede de los eventos.
Hemos repetido en diversidad de ocasiones que se requiere austeridad y que el erario nacional no puede convertirse en un “barril sin fondo” para satisfacer ansias y anhelos populistas de quienes ejercen función pública.
Cuando los ingresos no cubren los gastos que se realizan, se recurre a la maquinita, o también a los empréstitos, todo lo cual a fin de cuentas tenemos que absorber los contribuyentes con nuestros impuestos, pero también el íntegro de la población que se verá afectada por el impuesto más lesivo que es la inflación, que no podrá controlar el BCRP pues tampoco don Julio Velarde es Mandrake el mago.
(*) Expresidente del Consejo de Ministros.
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