Opinión

¿Atrapados con salida?

Por: Hugo Guerra Arteaga

El Perú ha caído en la anomia o sostenida desorganización social, derivada de la crisis terminal del gobierno y la incapacidad del Congreso para destituir a Pedro Castillo.

El mensaje del 28 de julio fue reflejo de la esquizofrenia presidencial. El personaje que aun reside en palacio de gobierno padece de ese problema psiquiátrico que consiste en perder relación con la realidad para transitar en un mundo paralelo.

Las cifras de bonanza mencionadas por Castillo reflejan a un país del primer mundo; pero no guardan relación con nuestra nación que se debate en un declive feroz, que pronto puede llegar a los niveles de estanflación: de estancamiento recesivo con inflación. En suma, el pueblo sabe que lo dicho en las fiestas patrias es una patraña.

La esquizofrenia del mandatario también se traduce en atentados contra la institucionalidad de las FF.AA. Nunca, en toda la historia republicana, se había llegado al extremo de suplantar la identidad de los miembros de dos agrupaciones enteras de héroes de la lucha contra el terrorismo comunista: el GEIN y los comandos de Chavín de Huantar.

La caricatura de gobierno es tan ruin que tampoco se había presenciado en doscientos años de existencia republicana la existencia de un jefe de estado bajo investigación fiscal con cinco carpetas que apuntan a que Castillo es la cabeza de una organización criminal orientada a asaltar el poder para saquear al estado.

A medida que se van entregando a la justicia los testigos y delincuentes vinculados al robo sistemático en la administración pública, queda más evidencia el hecho de que Castillo, su familia y su entorno más cercano son, efectivamente una especie de mafia que lo infiltra y corrompe todo; y que el mayor problema no es ni siquiera la confrontación entre demócratas y comunistas, sino de la ciudadanía contra una poderosísima banda narcoterrorista que se apropia rápidamente de la administración pública.

Frente a esa situación el Congreso está virtualmente bloqueado. La nueva Mesa Directiva es una creación perversa de un político despreciable como César Acuña, tal cual lo demuestra el haber puesto en la tercera vicepresidencia a un delincuente convicto y confeso que ha debido renunciar a poquísimos días de estrenado en el cargo.

Es verdad que en esa Mesa hay personajes respetables como Martha Moyano, de Fuerza Popular; pero es poco lo que pueden hacer con la presidenta títere de APP, Lady Camones, y con bancadas que, de un lado, mantienen a corruptos terribles (caso de los “niños” de Acción Popular) y, de otro lado, se dividen para hacer frentes cómplices del castillismo (caso de la izquierda marxista y caviar).

Lograr en estas condiciones la vacancia presidencial no parece posible en el corto plazo. Los 87 votos requeridos están todavía lejanos. Tampoco resulta muy factible declarar la inhabilitación y suspensión de Dina Boluarte porque está blindada en la sub comisión de acusaciones constitucionales, pese a todas las pruebas de sus infracciones.

Así, por ahora solo resultarían viables dos acciones concomitantes: que la Fiscal de la Nación, quien viene haciendo un trabajo excelente, solicite la detención y suspensión de Castillo amparada en el derecho penal, constitucional y en la convención interamericana de lucha contra la corrupción; y que las calles redoblen su esfuerzo de protesta, recurriendo pronto al recurso del paro nacional.

Hasta tanto, seguiremos en esta anomia que todo lo corroe.

(*) Analista político

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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