Opinión

La lupa de Sherlock Holmes

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Nunca en la historia del Perú, a lo largo de más de 200 años de vida republicana, un presidente peruano en funciones había acudido a declarar a la Fiscalía de la Nación. Esta es la primera vez. Eso puede explicar dos cosas. Por un lado, lo grave y complicado de la situación del Gobierno del presidente Pedro Castillo por sus presuntos vínculos con la corrupción. Y, por otro, la voluntad del mandatario para colaborar con la justicia. En este último caso, también puede haber sido empujado por la circunstancia, porque si él no está directamente implicado en actos delictivos, sí lo estarían personas que pertenecieron a su entorno más cercano, su gente de confianza.

Nótese que todo es en condicional porque nada está confirmado. En realidad, es difícil probar el delito de corrupción. Alberto Fujimori, en sus diez años de gobierno, estuvo involucrado en varios delitos, pero nunca se presentó una prueba directa de corrupción. Fujimori tuvo cinco sentencias: por el allanamiento de la casa de Trinidad Becerra, esposa de su asesor Vladimiro Montesinos; por las masacres de La Cantuta y Barrios Altos; por el pago de US$15 millones de CTS a Montesinos; por los congresistas tránsfugas; y por los “diarios chicha”, aunque esta última sentencia fue anulada posteriormente por el Poder Judicial.

Nunca se presentó documento o un video que demuestre que Fujimori recibió una coima. Aunque ello no quita la posibilidad de que en esas correrías que realizó en forma desesperada, Fujimori haya encontrado videos que lo comprometían directamente y los desapareció. De hecho, Estela Valdivia, abogada de Montesinos, dijo alguna vez que Fujimori se llevó más de 100 maletas con videos.

Hasta ahora, lo que hay contra Castillo solo son indicios o “dichos”, que en la terminología jurídica son “lo expresado sobre un punto particular, en un proceso, por las partes, los testigos o los peritos”. Así, tenemos los dichos de Karelim López. También los dichos de Zamir Villaverde. Y lo que “dice” Villaverde que “dice” el exministro Juan Silva. En materia jurídica eso no prueba nada. La inexistencia de prueba no demuestra culpa necesariamente, pero tampoco inocencia. Por ahora solo tememos a varios Sherlock Holmes con sus lupas buscando una prueba. Si la encuentran, entonces sí ardería Troya. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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