Opinión

Aprender de los errores

Por: Martín Valdivia Rodríguez

“Nadie es perfecto”, dice un antiguo refrán. Todos cometemos errores, unos más y otros menos, pero al fin y al cabo todos hemos hecho algo mal alguna vez. Pero también hay otras frases que dicen “De los errores se aprende” y “Rectificar es de sabios”. Estas palabras no solo aplican para la vida cotidiana, en el campo laboral y en los estudios, sino también en la política.

En realidad, cometer errores es el paso previo al aprendizaje. Ante un error podemos juzgarnos, criticarnos y hundirnos. Pero tenemos también ante nosotros la gran oportunidad que se nos brinda para conocernos mejor y cambiar de rumbo. Es cierto, “el error enseña”. Otros dicen que “el golpe enseña” y también es verdad.

Todos los políticos y todos los gobiernos han cometido errores y lo seguirán haciendo. El asunto es que hay que tener la hidalguía de reconocerlos, de admitirlos y asumir el reto de no volver a cometerlos. El presidente Pedro Castillo ha tenido varias oportunidades, al hacer el balance de su gestión, de reconocer los errores de su régimen y mostrar voluntad de enmienda.

En la constitución del Gabinete ministerial, en la designación de funcionarios y personal de confianza, en declaraciones con tufo radical y en otras circunstancias, los errores han sido evidentes. Confucio decía: “El hombre que ha cometido un error y no lo corrige, comete otro error mayor”.

Pero en el caso de los políticos la sinceridad es un elemento catalizador de la confianza. Si un político comete un error y no lo admite, comprometiéndose a corregirlo, le resta puntos a su imagen y la confianza de la que goza sufre una merma. Las encuestas de aprobación y desaprobación lo demuestran.

El Ejecutivo ha tenido dos momentos cruciales en los que ha quedado a expensas del escrutinio del Congreso. El primero fue el voto de confianza que recibió el Gabinete ministerial y el segundo la votación que rechazó la moción de vacancia presidencial. En estas dos circunstancias salió airoso, pero no por mucha ventaja.

Por el bien del país, el Gobierno debe admitir sus errores y demostrar que ha aprendido de ellos, para enderezar su camino y avanzar a paso firme. De lo contrario, si persiste el mutismo y la escasa transparencia, el perjudicado no solo será el Gobierno, sino también los peruanos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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