Vivimos en un mundo lleno de gente amargada. Es normal que alguna vez estemos tristes, o con cólera y que esas emociones se expresen en nuestro rostro. Pero la cuestión es cuando esas emociones se convierten en actitud de vida y moldean nuestro carácter, e incluso nuestra fisonomía y, a veces, destruyen la relaciones humanas, pues no es fácil acercarse a la gente que tiene cara de pocos amigos.
Por eso, es muy importante aprender a sonreír, pues el efecto de una sonrisa es muy poderoso, aun cuando no se ve. Y ese efecto es beneficioso para la persona que sonríe y para quien va dirigida la sonrisa.
La sonrisa también es importante en el campo de los negocios. Pensemos por ejemplo en la filosofía de Disney, cuyos empleados tienen que sonreír siempre. Por eso, podemos decir que la sonrisa puede producir dinero y mucho dinero. Al respecto los chinos suelen decir “El hombre cuya cara no sonríe no debe abrir una tienda”.
Dale Carnegie, en su libro “Como ganar amigos”, cuenta la siguiente anécdota: “En una comida en Nueva York, uno de los invitados, una mujer que acababa de heredar dinero, ansiaba causar una impresión agradable en todos. Había despilfarrado una fortuna en pieles, diamantes y perlas.
Pero no había hecho nada con la cara. Irradiaba acidez y egoísmo. No había comprendido esta mujer lo que sabe todo el mundo: que la expresión de un rostro es más importante, mucho más, que la ropa que nos ponemos”. Por algo dice la Biblia: “El corazón alegre hermosea el rostro”. (Prov. 15,13)
Por estas y muchas otras consideraciones, amable lector, le invito que aprenda a sonreír: el primer beneficiado será usted, su familia, sus amigos, sus vecinos, sus compañeros de trabajo, etc. Si no tiene ganas: Esfuércese por sonreír. Si está solo, silbe, tararee o cante y verá cómo, poco a poco, la sonrisa se dibuja en sus labios. Intente sonreír a pesar de las preocupaciones del COVID. (Fuente: www.padrewaltermalca.com)
(*) C.Ss.R.
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