
Corría el año 2000 cuando Alejandro Toledo encabezaba la lucha contra el régimen de Alberto Fujimori y empezaba a hacerse notar como un político nuevo, de origen provinciano, emergente y llegado de un exitoso paso académico y profesional por los Estados Unidos. Al año siguiente ganó las elecciones y tuvo cinco años de gobierno de triste recordación. Hoy, Toledo está con arresto domiciliario en Virginia, enfrenta dos procesos de extradición, el primero por el caso Odebrecht y el segundo por Ecoteva, junto a su esposa Eliane Karp.
Luego de regresar de Norteamérica, se presentó con un cartel que causaba admiración. Había nacido en el pueblito de Ferrer, distrito de Cabana, en la serranía de Áncash, trabajó desde niño como lustrabotas y canillita, ganó una beca de estudio e hizo una carrera universitaria y profesional de éxito en Estados Unidos. Participó sin éxito en las elecciones del 1995 y el 2000, pero al año siguiente tuvo su desquite.
Finalizada la etapa de transición y el retorno de la democracia en el Perú, luego de la renuncia de Fujimori por fax, Toledo participó por tercera vez en las elecciones del 2001 junto a Lourdes Flores (UN) y Alan García (PAP). Compitió con este último en la segunda vuelta, donde obtuvo la victoria con 53.08 % de votos válidos.
Su periodo gubernamental no fue nada auspicioso, se le puede recordar, sí, que decretó el aumento de sueldo a los profesores y un manejo cauteloso de la economía. Los escándalos como el ‘avión parrandero’, sus impresentables sobrinos, como el tal ‘Filete’, su falso secuestro y su amanecida en el ‘Melody’, entre alcohol y sexo, empañaron su gobierno. Todo ello se sumó a su negativa inicial de reconocer a su hija Zaraí, que al final firmó por la presión de la prensa.
Pero Toledo, según las acusaciones en su contra, no tenía las manos limpias. Jorge Barata, representante de Odebrecht en el Perú, reveló que el consorcio brasileño le entregó 31 millones de dólares en sobornos. También está involucrado en el caso Ecoteva, un proceso penal por el presunto delito de lavado de activos por la compra de inmuebles como casas de playa, departamentos y hasta cocheras. Su esposa, Eliane Karp, y su suegra, Eva Fernenbug, también están implicadas. Toledo terminará finalmente extraditado para responder ante la justicia por sus presuntos delitos. Posiblemente termine en prisión, como otros expresidentes peruanos. Así, todos los políticos que se corrompen deben ser sancionados con el más drástico castigo.