Opinión

A propósito de Santa Rosa de Lima, un evento homosexual y la cristianofobia

Por: Luciano Revoredo Rojas

La libertad de expresión es un derecho humano importante para todos, sin embargo, el derecho a no ser discriminado, a no ser ofendido, a que se respeten los valores, principios y creencias de todos, lo son en igual medida.

No es admisible privar a nadie de algo o excluirlo por su origen, color de piel o religión. Ni mancillar sus creencias. En el respeto de las creencias, los valores, las tradiciones y la fe de los demás se basa la construcción de la cultura humana. Prohibir cualquier forma de atentado contra estos pilares de la cultura es inherente al núcleo mismo de los derechos humanos.

Pareciera que estas ideas están claras y grabadas en piedra. Sin embargo, no es tan cierto. El progresismo se ha encargado de que exista una doble moral. Una doble medida. Por ejemplo, en Europa, si como resultado del mal llamado “pluriculturalismo” aparecen criminales o violadores, está prohibido por la corrección política imperante mencionar su origen. Si el ataque es contra una iglesia católica, la prensa progresista callará. No cabe duda.

En nuestro país acaba de suceder un hecho lamentable. La Asociación Outfest Perú, que organiza un festival de cine homosexual, trans y de otras parafilias, ha lanzado un afiche promocional utilizando la imagen de Santa Rosa de Lima ataviada con los colores de la bandera del arco iris con que se identifica el movimiento progresista. Obviamente, el afán detrás de este despropósito es llamar la atención. Provocar una reacción en contra que ponga sobre ellos el foco de la atención pública. Pero sin duda en esta estratagema publicitaria se oculta un comportamiento cargado de odio. Una conducta cristianofóbica que hay que condenar.

Se olvidan los creativos de esta campaña que los católicos tenemos el derecho a no ser discriminados ni ofendidos en nuestras creencias. Que nuestros valores merecen ser respetados y nuestros símbolos también. Surge entonces el bobalicón y perverso argumento de que si la imagen de Santa Rosa de Lima con esos colores y con lentes nos ofende, algo anda mal en nuestra empatía, que somos nosotros los discriminadores. Un buen intento a partir de una falacia. Partamos del simple hecho que nadie tiene el derecho a mofarse ni hacer mal uso de una imagen con la que millones nos identificamos con respeto y devoción.

¿Se atreverían los graciosos creativos de Outfest Perú a diseñar un cartel similar con Mahoma? ¿Se atreverían a publicarlo en un país tomado por la sharía como Francia, el Reino Unido o Suecia? Por no ir más allá, donde simplemente serían lanzados de lo alto de un edificio o un acantilado. Claro que no. Saben bien que la religión católica es tolerante y es la única que en su catecismo tiene las directrices para una pastoral de acogida a los homosexuales. El progresismo es intrínsecamente perverso y odia la verdad. Mención aparte merece el silencio cobarde de la jerarquía de la iglesia peruana tomada por el virus infame de la teología de la liberación marxista.

(*) Analista político

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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