Opinión

La guerra y su bolsillo: cómo te afecta el conflicto del Medio Oriente

Por: Alicia Barco Andrade

Una nueva guerra acaba de empezar lejos de Perú, en Medio Oriente, donde Estados Unidos ha atacado Irán para defender a Israel. Aunque parezca lejano, este conflicto nos golpea directamente en el bolsillo.

Gasolina más cara y precios que suben

Piensa en el petróleo. Perú compra mucho petróleo de otros países. Cuando hay guerra donde se produce o se transporta el petróleo (como en Medio Oriente), su precio sube mucho en el mundo.

¿Y qué pasa aquí? De inmediato, la gasolina y el diésel se ponen más caros en todos los grifos de Perú. Pero no solo eso, el gas de tu cocina también sube. Como todo lo que comemos y usamos se mueve en camiones, el transporte caro hace que suba el precio de casi todo en los mercados y supermercados. Tu plata rinde menos, y la canasta familiar se vuelve más difícil de llenar.

El dólar se dispara y menos trabajo

Cuando hay miedo en el mundo por una guerra, la gente que tiene dinero lo saca de países como Perú y lo guarda en dólares, porque el dólar se ve más seguro. Esto hace que el precio del dólar suba mucho aquí. Si el dólar sube, todo lo que compramos de afuera (celulares, medicinas, máquinas) se vuelve más caro. Además, si el mundo entra en crisis por la guerra, la gente en otros países compra menos lo que Perú vende (como minerales). Menos ventas significan menos trabajo y menos dinero para el país.

¿Qué hacer?

Esta guerra nos muestra lo conectados que estamos con el mundo. Aunque no queramos, los problemas lejos de casa nos afectan. Debemos estar atentos, pedir a nuestros gobernantes que cuiden la economía y busquen formas de que nuestro país no dependa tanto de cosas que se venden o compran afuera.

Consecuencias que nadie quiere ver

Las consecuencias de esta escalada son un futuro que nadie desea contemplar, pues las repercusiones globales serían inmediatas y devastadoras. Imagínate un colapso económico a una escala sin precedentes: el bloqueo del vital Estrecho de Ormuz, un escenario casi inevitable, dispararía los precios del petróleo a niveles históricos, sumiendo al mundo entero en una profunda recesión económica y una crisis energética global. Esto traería consigo un fantasma aún más terrible: el hambre y la escasez. Si el conflicto se extiende y las grandes potencias se perciben en riesgo existencial, la posibilidad de que se consideren o utilicen armas nucleares, incluso tácticas, dejaría de ser una fantasía para convertirse en una pesadilla real. Finalmente, nuestro mundo tal como lo conocemos se vería fracturado: las alianzas globales se romperían, las instituciones internacionales se paralizarían y el orden mundial podría desintegrarse, dando paso a un reordenamiento geopolítico caótico y sin rumbo.

(*) Comunicadora digital, filósofa, periodista colegiada, docente, empresaria, estratega, mujer política del siglo XXI. 

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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