Opinión

Adiós a la mafia de USAID

Por: Hugo Guerra Arteaga

Convengo en que muchas de las decisiones del presidente Trump en sus tres primeras semanas de gobierno son disruptivas y pueden ser tremendamente polémicas, pero hay una en particular que aplaudo sin reservas: la suspensión de operaciones y reestructuración de la USAID (Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional). Por fin se corta la cabeza de la hidra venenosa de perversión ideológica, operaciones psicosociales, inestabilidad y difusión de la ideología woke que construyeron los demócratas bajo Biden. La denuncia es brutal.

USAID, creada como organismo federal en 1961, administraba arbitraria y hasta ilegalmente fondos de los contribuyentes por el equivalente a un billón de dólares. Oficialmente su misión era coordinar múltiples iniciativas de desarrollo internacional del gobierno estadounidense, incluyendo la reducción de la pobreza, el fortalecimiento de las instituciones democráticas, la atención de crisis humanitarias y la promoción del progreso económico y social en diversas zonas del mundo.

Sí hay programas finalizados y otros en curso que han cumplido con los estándares propios de una justa cooperación internacional; sin embargo las investigaciones de los republicanos han descubierto que USAID venía siendo utilizada con fines perversos, ideológicos, políticos y subversivos de una camarilla del ‘deep state’ (estado profundo) controlada por el sector de izquierda radical que actualmente manipula al partido demócrata; y que la administración de los fondos resultaba cuestionable hasta el punto de servir a operaciones oscuras reñidas no solo con los intereses legítimos del gobierno estadounidense, sino inclusive con la esencia de la democracia.

Un ejemplo de este desvirtuamiento es lo ocurrido con la revista Político de Washington DC. Se trata de un medio absolutamente radical de izquierda que hizo campaña de persecución política y judicial contra Trump; y por su “servicio” recibió la subvención directa del USAID, valorizada en varios millones de dólares, al punto que cerrada transitoriamente la agencia, cerró definitivamente la publicación. Pero no se trata de un caso aislado. De acuerdo a la Revista de Periodismo de Columbia, USAID financiaba a 6,200 periodistas, 707 publicaciones y 279 organizaciones de la sociedad civil (ONG) en 30 países. Todo un aparato de manipulación y desinformación. El escándalo es de tal magnitud que Trump se pregunta en un post en la red X si el propio The New York Times -antaño la catedral del periodismo gringo- también recibía financiamiento ilegal.

El caso alcanza al Perú. Aunque la lista todavía es incompleta, un informe de la CNN afirma que USAID destinó a nuestro país 11 millones de dólares. ¿Para qué? Aquí unas perlas: la publicación de un cómic para niños donde se exalta a los transexuales; la subvención de un espacio web de extrema izquierda que suele insultar y denigrar a los patriotas demócrats desde Madrid; y el financimiento de un portal informativo dirigido por una colombiana para interferir en las elecciones internas de los peruanos. Basura pura que en buena hora está saltando a la luz y que demuestra el esquema ideológico de quienes dirigían a las USAID: bancar y alentar el progresismo, la caviarada y la Agenda 2030 del globalismo, injiriendo en los asuntos internos de países soberanos. Pero el fin de este esperpento ha llegado.

La embajada de EE.UU. no flameará más el trapo LGBT y tampoco interferirá en los temas nacionales. A cambio se espera que tras su reforma, y quizá con otro nombre, después de 90 días se reinicie la cooperación internacional vital para temas claves como la lucha contra el narcotráfico y la ayuda humanitaria rectamente entendida. ¡Bien por el gobierno de Trump, bien por la limpieza y transparencia ideológica, bien por el Perú!.

(*) Analista político.

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