Opinión

En la boca de lobo

Por: Martín Valdivia Rodríguez

La sangrienta agresión contra los policías del grupo Terna que prácticamente fueron masacrados por decenas de personas en un pasaje de la urbanización Manzanilla, en el Cercado de Lima, solo por intervenir a un vendedor de drogas, demuestra que hay lugares donde el peligro está en cada rincón y todas las personas que uno se puede encontrar en el camino son peligrosas.

No es una regla, no hay que generalizar, pero hay contextos con esas características. ¿Por qué tantas personas defendieron de esa manera a un delincuente? ¿Qué afinidad podrían tener con ese sujeto?

Con una furia irrefrenable y descomunal, los iracundos vecinos atacaron a golpes a los policías, algunos incluso salieron de sus casas con sillas y cajas de cervezas para lanzárselas en la cabeza y hacerlos caer. Una vez en el suelo, los agarraron a palazos y les arrojaron piedras y ladrillos a dos manos. Fue un ensañamiento brutal, salvaje.

Las imágenes son desgarradoras y describen la degradación del ser humano. No es solo una persona la que ataca a los policías, ni dos o un pequeño grupo, sino todos los que aparecen en las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad. Se trata de una turba integrada por hombres y mujeres, quienes golpean con un odio extremo a los detectives, quienes solo intentaron cumplir con su trabajo al intervenir un sujeto que les envenena el cerebro a niños y jóvenes con la maldita droga.

En vez de facilitar y apoyar el trabajo policial, los vecinos de esa zona de Manzanilla salieron en defensa del delincuente y atacaron con una crueldad extrema a los efectivos, quienes se salvaron de milagro, pero quedaron gravemente heridos.

No pretendemos estigmatizar a los sectores populares, a los barrios humildes, en cuya mayoría viven personas trabajadoras, honestas y decentes, pero preocupa que todos los que aparecen en los videos participaron en la brutal agresión. ¿Qué actividades realizan esas personas? ¿A qué se dedican? ¿En qué trabajan?

Varios de los agresores ya han sido detenidos. Todos fueron identificados gracias a las imágenes captadas. Su participación en la masacre es irrefutable, ahí están sus rostros, hablan las imágenes, como dice un narrador deportivo. El castigo que se les debe dar a estas personas debe ser ejemplar y guardar relación con su actitud, que se podría calificar como intento de asesinato. Esas imágenes también pueden servir para hacer el perfil psicológico de los delincuentes y determinar cuán comprometido está su entorno. Para un pequeño grupo de policías, ingresar a uno de estos lugares es meterse a la boca del lobo, a un callejón sin salida. Hay que evitar el peligro. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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