
El tema preferido de los detractores de la agricultura empresarial iqueña es la sequía o escasez de agua. Anuncian apocalípticamente que el consumo de agua para sus cultivos es insostenible y agregan que la agricultura iqueña está condenada a una sequía de muerte.
El problema es que, luego de los anuncios agoreros, no solo no aparece la sequía, sino todo lo contrario; los ríos se llenan a rebosar, incluso algunos se desbordan, y los agricultores brindamos por ello.
A los hechos me remito. ¿Vieron la gran cantidad de agua que trajeron nuestros ríos desde noviembre pasado hasta la fecha, que se perdieron en el mar? Incluso, muchos no quieren ver, seguramente por temas de soroche, la belleza de Choclococha y las demás lagunas altoandinas llenas, las pasturas de Huancavelica y Ayacucho verdes y frondosas, y el ganado sano y bien nutrido.
Ahora, estando por acabar la temporada de lluvias 2023/2024, entraremos al estiaje, y (acuérdense de mí) muchos se lamentarán por la escasez de agua. Pregunto: ¿qué hicieron esos quejumbrosos para retener parte de las abundantes aguas de lluvias que tuvieron frente a sus narices y que se perdieron en el mar? La respuesta es… nada.
Entonces, en vez de quejarse, más bien hay que actuar como corresponde. Desde las cabeceras de nuestras cuencas, en hermandad entre la Costa y la Sierra, tal como lo hicimos entre Ica, Huancavelica y Ayacucho en el período 2015/2018, hasta las desembocaduras de nuestros ríos en el mar, debemos llevar a cabo lo que se denomina la “Siembra y Cosecha de Agua”.
Arriba, donde más llueve, debemos construir muchos reservorios… pequeños, medianos y grandes. También debemos reforestar y revegetar todas las cabeceras y quebradas. La vegetación compuesta de bosques y pastizales funciona como gigantescas esponjas naturales, que retienen las aguas de lluvias y evitan la erosión de nuestras quebradas.
La agricultura de secano debe cederle el paso a la agricultura bajo riego. Y el riego en sí, debe tecnificarse a todo nivel. Los acuíferos deben manejarse sosteniblemente. En efecto, el subsuelo sirve muy bien para almacenar grandes cantidades de agua.
En fin. El manejo eficiente del agua implica también acciones administrativas innovadoras, tales como tarifas diferenciadas, o lo que en su momento planteamos como “tomas libres”. ¿Qué significa eso? Pues que en las temporadas de lluvias, como la que está por acabar, casi no se debe cobrar por el agua.
Dicho esto, no podría concluir este artículo sin dar gracias a Dios y a la madre naturaleza, porque las últimas temporadas de lluvias, sobre todo la 2023/2024, hayan sido tan generosas para Ica… y para todo el Perú.
Y rogarle al Señor de Luren que cure la miopía ideológica de los detractores de nuestra agricultura empresarial, quienes ven sequías apocalípticas, allí donde hay agua en abundancia.
(*) Exgobernador regional de Ica.
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