
Los tiempos cambian y ciertos personajes, sobre todo políticos, pasan de moda. Hoy, para muchos cajamarquinos, “Gregorio Santos” es una mala palabra. Y “Marco Arana” también. Los líderes más emblemáticos de la antiminería cajamarquina están muy venidos a menos.
¿Qué pasó? ¿Por qué las palabras “Goyo” y “El Cura” producen arcadas a los “cajachos”? Pues muy sencillo. La economía regional está mal. No hay trabajo en Cajamarca. El comercio está parado. Los jóvenes migran en gran número a la costa. El otrora cuantioso canon minero se ha reducido significativamente. Gobiernos locales que recibían S/100 millones en los buenos tiempos de Yanacocha, recibirán este año S/3 millones. El Gobierno Regional y los gobiernos municipales no tienen plata.
Para los que conocimos Cajamarca antes y durante la bonanza minera, la explicación es muy sencilla. Allá por el 2012, Yanacocha – la gran mina de oro de Cajamarca – produjo 3000,000 de onzas. Para que tengan una idea, el precio del oro bordea actualmente los US$ 2,000 / onza. Eso quiere decir que, de haberse mantenido la producción minera en Cajamarca, el valor de la producción de oro de Yanacochaç, valdría actualmente unos US$ 6,000 millones por año.
Hoy por hoy la producción de oro de Yanacocha está bordeando las 250,000 / 280,000 onzas anuales. Es decir ¡10 veces menos! Y tal como van las cosas, en poco tiempo, la producción de oro prácticamente desaparecerá en Cajamarca.
En el 2012 – y años siguientes – Cajamarca vivió la gran bonanza minera. El canon minero alcanzó su máxima expresión. Es decir, hubo plata para inversión en infraestructura para el Gobierno Regional, Gobiernos Locales y Universidades. Pero más importante aún… hubo mucho trabajo para los cajamarquinos. Se crearon muchas empresas proveedoras de bienes y servicios. Los hoteles y restaurantes andaban abarrotados y boyantes. Se construyeron centros comerciales, urbanizaciones, recintos deportivos, escuelas, hospitales, carreteras, reservorios, plantas de tratamiento de agua, etc. En esos años Cajamarca vivió un auténtico boom inmobiliario.
Ahora bien… no todo está perdido. El oro de Cajamarca sigue allí. El problema fue que Santos y Arana engañaron a la población para impedir su explotación. Es cuestión de cambiar de actitud. Ahí siguen – bajo tierra – todo el oro, cobre, zinc y demás minerales que los antimineros se afanaron en no tocar. En vez de chillar “agua sí, oro no”, habría que corear todos “agua sí, oro también”.
¡Qué daño tan grande causan los antimineros! Y no me refiero a los que se oponen a la contaminación ambiental, con quienes me identifico plenamente. Me refiero a los antimineros como Santos y Arana que se oponen a la minería… simplemente porque sí. Pareciera que su objetivo es perpetuar la pobreza de los peruanos. Porque ¡vaya que lo han logrado! … sobre todo en Cajamarca. Cajamarca ganadera, forestal, agrícola, piscícola, turística, industrial, artesanal, comercial… y minera. He ahí la imagen del futuro económico deseado para Cajamarca.
(*) Exgobernador regional de Ica
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