Opinión

Demasiado evidente

Por: Juan Carlos Liendo O’Connor

La forzada e impotente renuncia del segundo Primer Ministro del actual gobierno constituye un hecho concreto de que cualquier gestión política dentro de la actual estructura del poder nacional no solo es más de lo mismo, sino peor de lo mismo.

Después de la derrota militar de las organizaciones terroristas de Sendero Luminoso y del MRTA, de la reinserción económica del país, de la operación Chavín de Huántar y de la firma de la paz con Ecuador en los 90, la política en términos de generar el Bien Común, derivó en un sostenido proceso de corrupción, ineficiencia, e incompetencia sin precedentes.

Si algunas personas consideraban que después de la vacancia del ahora expresidente Castillo existiría la posibilidad de reconstruir el dañado sistema político (me incluyo entre ellas), hoy en día, cuando la política se ha reducido al nivel del carrusel de las intimidades de cortesanas compartidas por políticos en pugna por el poder, todo indicaría que cualquier intención de alcanzar objetivos de Estado sin reformas estructurales sería una simple ilusión.

A partir de estos hechos, la prensa extranjera encuadra la vida política nacional entre presidentes encarcelados o enjuiciados por corrupción con autoridades hoy involucradas en intercambios de favores sexuales desde el poder expuestas públicamente como herramienta de guerra política; y esta circunstancia implica un punto de “no retorno”. Nuevos destapes serán inevitables.

La política de farándula es un circo abierto que domina la atención nacional, mientras que nadie advierte el creciente rechazo mayúsculo de la población contra “la política” que muy pronto escalará a sed de venganza popular como parte inevitable de un proceso político de cambio. Ninguna propuesta de gobierno en las próximas elecciones será mas aceptada que el ofrecimiento de castigo a toda la clase política responsable, y ello se refleja en la aceptación de la narrativa de Antauro Humala como candidato a la presidencia, donde para muchos el desastre total nacional sería mejor que continuar con la situación actual.

Pero en el Perú hay personas inteligentes, intelectuales de renombre, también hay políticos con experiencia y conocimiento, periodistas con sentido común quienes se dan cuenta de esta realidad y permanecen en silencio como la mejor opción de solo esperar una catástrofe política inevitable “adportas”.

Esta actitud que puede considerase como “prudente” o “audaz” en busca de una oportuna, segura o efectiva acción frente a la tragedia de la incertidumbre, también conlleva el costo de aumentar el peligro y los daños asociados. Por lo menos anunciar que la tormenta política está por llegar, sería lo mínimo que podemos ofrecer, por que a la luz de los hechos la catástrofe política resulta DEMASIADO EVIDENTE.

(*) ExDirector Nacional de Inteligencia de la DINI

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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