Opinión

Vamos como el pollo sin cabeza

Por: Hugo Guerra Arteaga

Pese a que muchos creen ingenuamente que hemos entrado en un período de normalidad, lo cierto es que el Estado ha perdido el rumbo; lo cual hace incierto el futuro político, económico y social del Perú.

Siempre he defendido al Congreso en la medida en que, pese a todas sus deficiencias, representa al pueblo y sirve de contrapeso y fiscalización al Ejecutivo. En los peores momentos de la lucha contra la tiranía en ciernes de Pedro Castillo fue útil para sancionar el golpe de estado y vacar al criminal que pretendía imponernos una dictadura castro chavista.

Tomo con distancia las encuestas que le asignan bajísimo reconocimiento al Parlamento porque ese fenómeno es propio de cualquier democracia del mundo. El pueblo, muchas veces no entiende la función congresal, le atribuye faltas e insuficiencias que escapan de sus potestades constitucionales; además hay una crisis profunda en el sistema de representación del electorado.

Pero hechas esas salvedades, nada justifica la componenda, los delitos y la falta de moral de un amplio sector de congresistas. La reciente negociación turbia para elegir al nuevo Defensor del Pueblo, por ejemplo, ha llegado a la bajeza de una alianza nefanda entre el fujimorismo y la izquierda marxista, poniendo a un sujeto como Nano Guerra García al nivel de un segundo Daniel Salaverry; de lo más ruin. Asimismo el blindaje a los corruptos mal llamados “niños”, cómplices de todo el esquema delincuencial de Castillo, revela que la pretensión de la mayoría parlamentaria es aferrarse a la teta del estado a como de lugar hasta el año 2026. Y no les importa que haya delitos evidentes como tráfico de influencias, corruptelas, votos vendidos a cambio de favores políticos y ni siquiera que se mantengan en la impunidad los denominados “mocha sueldos”.

Es un asco total. Igual a lo que ocurre con la Junta Nacional de Justicia, que ha incurrido en falta funcional y hasta en prevaricato en su intento de proteger a la fiscal Zoraida Avalos, justificadamente imputada de haber cometido numerosas faltas y delitos que comenzaron con su carencia de títulos doctorales y concluyeron con su negativa a investigar a Castillo y proteger al ex presidente Vizcarra a pesar de que su odio y venalidad la llevaron a denunciar injustamente al ex presidente Merino de Lama.

El Ministerio Público también es un desastre porque, con la sola excepción de los notables procesos encabezados por la Fiscal de la Nación Patricia Benavides, se ha comprobado que los casos seguidos contra Odebrecht y sus cómplices, así como contra Kuczynski, Susana Villarán y Eliane Karp han sido un fiasco total. Durante años se han realizado pseudo investigaciones y recursos que son un fiasco total en agravio del estado.

Por su parte, el JNE persiste en la inconstitucional inscripción del partido del lagarto Vizcarra zurrándose en una sentencia expresa del TC; y el Ejecutivo está ahora extrañamente urgido en forzar la Constitución para que la presidente despache a control remoto cuando viaje fuera del país.

En contraparte, la economía del primer semestre demuestra que el Perú sí está en severa crisis y que la fortaleza del sol no será suficiente para impedir que siga incrementándose la pobreza y el desempleo en una sociedad abatida por la inseguridad ciudadana, nuevamente amenazada por la violencia subversiva y terrorista, además del separatismo puneño y el aislamiento internacional.

Huelga concluir entonces en que no hay nada que celebrar. Vamos, como el pollo sin cabeza en sus últimos estertores, rumbo al desastre.

(*) Analista político

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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