Aún hay detractores que se niegan a admitir la realidad y persisten en su negacionismo en la creencia de que la pandemia es un invento del comunismo o el capitalismo, según su color político o ideológico. Tantos muertos y tantas personas que se ahogan por falta de oxígeno en los hospitales, porque sus pulmones fueron destrozados por el virus, de ninguna manera son un invento, una exageración fantasiosa. También están los antivacunas, que creen que las dosis son agua destilada o que al aplicárselas les van a instalar un chip en el brazo para controlar sus vidas. Como si un chip fuera líquido y se pudiera colocar en el cuerpo por una jeringa por donde apenas pasa un hilo.
Se vienen aplicando vacunas desde el siglo XVIII. Fueron creadas para combatir la viruela, una enfermedad que en los siglos XVIII, XIX y XX acabó con el 90% de los indígenas de Estados Unidos y en Europa mató a 56 millones de personas. Incluso se cree que el inca Huayna Cápac murió por causa de la viruela, un virus traído por los españoles a América. En realidad, el COVID, que va dejando 5.4 millones de víctimas mortales, no es la enfermedad más letal de todos los tiempos. La viruela causó la muerte de 300 millones de personas solo en el siglo XX. La peste negra o peste bubónica, causada por las ratas, es otra de las pandemias más devastadoras de la historia de la humanidad, pues afectó a Eurasia en el siglo XIV y alcanzó un punto máximo entre 1347 y 1353, con un saldo de unos 200 millones de fallecidos.
Sepan los antivacunas que las vacunas no fueron inventadas por Bill Gates, el director de la OMS o el dueño del más grande laboratorio. La primera vacuna fue creada por Edward Jenner (1749-1823), un médico inglés que observó que una ordeñadora de vacas no contraía el virus de la viruela. Jenner decidió, entonces, probar la hipótesis, cuyo desarrollo posteriormente permitió salvar millones de vidas.
No solo hay vacunas contra el coronavirus. Las hay contra la tuberculosis, la pentavalente (protege contra cinco enfermedades: difteria, tos convulsiva, tétanos, influenza tipo b y hepatitis B), polio, rotavirus, neumococo, influenza, sarampión, paperas, rubéola y fiebre amarilla. Cada sustancia ha permitido salvar millones de vidas. Ahora mismo, si el virus del COVID no es tan letal se debe, justamente, a las vacunas. Así que los antivacunas que no vengan con sus cuentos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.
