
Cuánta verdad hay en la frase “Quien no conoce su historia está condenado a repetirla”, atribuida por unos al poeta y filósofo estadounidense de origen español Jorge Ruiz de Santayana y Borrás, y por otros a Nicolás Avellaneda, un abogado, periodista, político y estadista que fue presidente de Argentina entre 1874 y 1880. Uno de los grandes defectos de nuestros políticos, profesionales y los peruanos en general es que no conocemos nuestra historia y las nuevas generaciones menos aún. El Bicentenario era una gran oportunidad para poner en valor nuestra historia, hacer que los peruanos conozcan el pasado de este hermoso país y se identifiquen con él. Pero, como siempre, reaccionamos muy tarde.
Recién ayer, a doce días del 28 de julio y de los 200 años de nuestra Independencia, se lanzó la campaña “Unidos por el Perú Bicentenario” dicen que “para generar un cambio social”. Se trata de una fecha especial que no se puede tomar como tan a la ligera y organizar una serie de eventos a la carrera solo por cumplir.
Recordábamos el otro día que el Centenario, en los tiempos de Augusto B. Leguía, se celebró de manera majestuosa con una programación de eventos nacionales e internacionales. Fue una efeméride que nos colmó de reconocimientos y obsequios simbólicos de trascendencia, como la Torre Alemana del Parque Universitario (donde está el simbólico reloj), las palmeras de la Av. Leguía (hoy Arequipa y que nos regaló Brasil), la Fuente China del Parque de la Exposición, la Estatua a la Libertad (enviada por Francia) de la placita La Recoleta y el monumento a Manco Cápac que nos obsequió Japón. El Sesquicentenario (150 años), aunque con connotaciones más políticas que históricas, también fue motivo de una gran celebración en el régimen de Juan Velasco Alvarado que tuvo tal relevancia que duró de 1971 a 1974.
Las celebraciones del Bicentenario debieron prepararse hace años, pero poco han hecho Kuczynski, Vizcarra y Sagasti. Es cierto que el 6 de junio del 2018, a pocos meses de la asunción de Vizcarra, se creó el Proyecto Especial Bicentenario, que a nivel cultural y de difusión viene organizado diversos eventos, como conferencias y debates, difundidos especialmente por las redes sociales, pero las actividades no tienen mucha trascendencia.
No solo basta el protocolo, la mención, es necesario que las principales autoridades del país difundan con convicción un mensaje acorde con la importancia de esta conmemoración, que al parecer va a pasar desapercibida en el país. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.