Opinión

Trump vs. Musk, más que una pelea

Por: Luciano Revoredo

La ruptura entre el presidente Donald Trump y el empresario Elon Musk, ha pasado de ser una disputa personal a un evento con profundas consecuencias para la economía, la política y la tecnología en Estados Unidos y el mundo.

Lo que comenzó como una alianza clave durante la campaña de Trump en 2024 se ha convertido en una batalla pública en la plataforma X, con efectos que podrían redefinir industrias, mercados y el panorama político rumbo a 2026.

Todo empezó el 28 de mayo de 2025, cuando Musk renunció al Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), creado por Trump para recortar gastos federales. Musk, quien aportó 290 millones de dólares a la campaña de Trump, se fue por no estar de acuerdo con el plan fiscal “One Big, Beautiful Bill”. Este proyecto elimina subsidios para autos eléctricos, afectando directamente a Tesla, la empresa estrella de Musk. En X, Musk llamó al plan una “abominación repugnante” señalando que añadiría 2.5 billones de dólares a la deuda nacional y propuso una alternativa más simple, el “Slim Beautiful Bill”.

Trump respondió el 5 de junio desde la Casa Blanca, acusando a Musk de traición por intereses personales. Musk no se quedó atrás y afirmó en X que él fue clave para la victoria electoral de Trump, incluso insinuando un vínculo de Trump con los archivos de Jeffrey Epstein. La tensión escaló cuando Trump amenazó con cancelar contratos federales de SpaceX, que suman 20,900 millones de dólares desde 2008, y Musk replicó diciendo que podría desmantelar la nave Dragon, vital para las misiones de la NASA.

El impacto en los mercados fue inmediato. El 6 de junio, las acciones de Tesla cayeron un 14%, reduciendo su valor de mercado en 150,000 millones de dólares y costándole a Musk 34,000 millones de su fortuna personal, aunque sigue siendo el más rico del mundo con 335,000 millones. Sin embargo, la amenaza a SpaceX es más preocupante. SpaceX representa el 40% de la capacidad de lanzamiento satelital de EE.UU., y cancelar sus contratos podría paralizar misiones de la NASA y afectar la seguridad nacional, ya que el Departamento de Defensa depende de sus satélites Starlink para comunicaciones. Además, reemplazar a SpaceX costaría años y miles de millones, según estimaciones de la industria aeroespacial.

Políticamente, la pelea está fracturando al Partido Republicano. Musk respaldó mensajes en X pidiendo el juicio político de Trump y su reemplazo por el vicepresidente J.D. Vance, además de insinuar la creación de un tercer partido. Esto podría dividir el voto conservador en las elecciones de 2026, que podría llegar a una posible pérdida de hasta el 15% de los votantes republicanos. Esto pondría en riesgo el control del Congreso, debilitando la agenda de Trump. La polarización también podría influir en los votantes jóvenes, que ven a Musk como un ícono tecnológico.

La disputa podría frenar la innovación tecnológica en EE.UU. Tesla y SpaceX son líderes en autos eléctricos y exploración espacial, y su debilitamiento beneficiaría a competidores como China, que está invirtiendo fuertemente en estas industrias.

El 7 de junio, una llamada de la Casa Blanca buscó una tregua, pero Trump dijo en ABC News que no hablará con Musk, a quien acusó de “perder la cabeza”. Musk apoyó un mensaje pidiendo calma, pero la ruptura parece definitiva. Esta pelea no es solo un choque de egos, es un evento que podría alterar los mercados, la política y el liderazgo tecnológico global.

(*) Analista político.

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados.

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