Opinión

Se fue y debió quedarse

Por: Antero Flores-Araoz

Es evidente que la reciente pérdida de Hernando Guerra-García Campos ha dejado un vacío en muchos corazones. Su partida es aún más lamentable al considerar que, si hubiera recibido atención médica adecuada y oportuna, su fallecimiento podría haberse evitado.

Guerra-García, a quien sus familiares y amigos lo llamaban “Nano”, dedicó muchos años a la promoción de las micro y pequeñas empresas, fomentando los emprendimientos para formalizar a una gran masa laboral que producía y trabajaba al margen de la legalidad y, ello no porque quisieran evadir el cumplimiento de la ley, sino por las dificultades y trabas que debemos desterrar, que solo sirven para generar corrupción.

Hernando Guerra-García, en los dos años y dos meses que fue parlamentario, se dedicó a buscar consensos, a ser un articulador para que las diferentes bancadas congresales se pusiesen de acuerdo, para que los parlamentarios dejasen posiciones extremas para con mutuas concesiones llegar a un justo medio.

Entendió que para el ejercicio de la función parlamentaria se requiere diálogo, tanto en el hemiciclo como fuera de él y que el diálogo en cuestión no solo es entre quienes pueden tener posiciones cercanas, sino principalmente con quienes están en las antípodas de pensamiento y pretensiones.

La tarea de Guerra-García no fue fácil, pero por su carácter y buenas formas, cumplía con los requisitos para ser un gran facilitador de las concertaciones y consensos, pudiendo juntar en reuniones de diálogo hasta a parlamentarios que estaban enfrentados y que con sus actitudes y palabras eran hirientes, por supuesto con desprecio a las más elementales reglas de urbanidad.

Fue una persona que gracias a sus conocimientos y educación pudo obtener en el Congreso acuerdos políticos, programáticos y funcionales, pues siendo una persona formal, ello ayudó en sus tareas. Fue formal hasta en la vestimenta, cumpliendo escrupulosamente con las disposiciones reglamentarias del Congreso respecto a ella.

Mucha gente no entiende que en el Congreso, al no tener ningún grupo mayoría, que por sí solo pueda aprobar leyes, resoluciones legislativas, acusaciones, interpelaciones, censuras como también vacancias, requiere juntar votos y, eso solo se puede hacer, cuando hay parlamentarios que saben dialogar y hacen la tarea de juntar voluntades, como repito muchas veces cediendo posiciones en los extremos para llegar a aceptables medios.

Las calidades de Hernando Guerra-García en lo político, no le provinieron como maná del cielo, pues tuvo desde niño la escuela de su padre, el médico y científico Roger Guerra-García Cueva, que en los años en que integró el Congreso, dio cátedra de buenas maneras y sabias exposiciones, sin hacer sentir su elevada formación y sus altos conocimientos. Extrañaremos a Hernando Guerra-García y ojalá su legado de atinado concertador le sirva a nuestro actual Congreso.

(*) Expresidente del Consejo de Ministros

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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