Opinión

Sancionar a delincuentes, jamás. Denigrar a las FFAA, eso sí

Por: Fernando Cillóniz Benavides

En general, las rondas campesinas se ganaron el aprecio y gratitud de la gente. Me refiero a las rondas de verdad. Aquellas que combatieron el abigeato y otras formas delincuenciales. Lo mismo ocurrió con los comités de autodefensa.

¿Cómo no respaldar a personas que practican la justicia, allá – en el campo – donde la justicia formal brilla por su ausencia?

Ambas organizaciones – las rondas y los comités – fueron determinantes en la victoriosa lucha contra el terrorismo, allá por los años 80 y 90. Más aún, la clave del éxito en la lucha contra Sendero Luminoso (SL) y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) fue la estrecha coordinación que hubo entre las Fuerzas Armadas y Policiales, y las Rondas Campesinas y Comités de Autodefensa.

Para ello, hubo todo un proceso de capacitación y adiestramiento a cargo de oficiales castrenses, expertos en lucha antiterrorista. Muchos operativos exitosos se lograron como producto de esa relación fructífera entre nuestra ciudadanía organizada y nuestras Fuerzas Armadas y Policiales.

Los peruanos les debemos mucho a aquellos compatriotas que en su momento pertenecieron al Ejército, a la Marina, a la Aviación, a la Policía, y a las rondas campesinas y comités de autodefensa.

Ahora bien, aclarado el sentir ciudadano – y el mío propio – respecto de nuestros héroes en la lucha contra el terrorismo, paso a comentar el secuestro de los periodistas del programa “Cuarto Poder” de América Televisión en Cajamarca, hace poco.

Pregunto: ¿alguien duda acerca del delito perpetrado por los secuestradores de los periodistas? Y, más relevante aún ¿alguien duda acerca del propósito de encubrir al presidente Castillo – esta vez, por intermedio de su cuñada – quien está detenida por asignar a dedo obras a contratistas corruptos a cambio de jugosas coimas? Nada que ver.

Aquí, de lo que se trata es delincuencia mafiosa pura y dura, mezclada con narcotráfico y terrorismo. La hipótesis del Ministerio Público está resultando cada vez más evidente: el presidente Castillo es el capo de la mafia. Esa es la hipótesis fiscal. Y su familia está embarrada hasta el cogote.

Por otro lado, están las súper documentadas evidencias del modus operandi del narcotráfico en Cajamarca. Léase, los binomios coca – pasta básica y amapola – látex de opio. Ahí sí – ¡oh sorpresa! – las “Rondas Campesinas” no colisionan con el negocio de las drogas. Por eso el entrecomillado. Dejémonos de pelotudeces democráticas. Los personajes que aparecen en los videos del secuestro de los periodistas ¡no son ronderos… son narcos! Incluso, dicen no ser terroristas. Más sí, “mochileros armados”. ¡Descarados!

Entonces, atemos cabos. El secuestro de los periodistas en Cajamarca fue eso: un secuestro. O sea, un delito gravísimo. Por ello, los secuestradores merecen algunas décadas de cárcel. Pero tan grave como el secuestro, es lo que se pretende encubrir. ¡Ahí está la pepa! Una pepa que nos lleva – indefectiblemente – al Número 1.

Por eso el Premier Aníbal Torres – en vez de sancionar a los delincuentes – denigró a las Fuerzas Armadas y Policiales. ¡Típico manotazo de ahogado! Con tal de salvarse a sí mismo – y con tal de salvar a su jefe – había que denigrar a alguien. Y en este caso ¿qué mejor que denigrar a las Fuerzas Armadas y Policiales? ¡Mediocridad a tope!

El Gobierno de Castillo es insostenible. El desenlace definitivo está cada vez más cerca. Firmeza, entereza, paciencia y persistencia… eso es lo que se necesita en circunstancias como esta. ¡Ánimo que falta poco para que vengan tiempos mejores!

(*) Exgobernador regional de Ica

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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