Opinión

San Francisco y Atila

Por: Antero Flores-Araoz

El conjunto monumental de San Francisco, que viene desde la época colonial, que tiene como elemento principal al Convento e Iglesia del mismo nombre en el cercado de Lima, tuvo un muro original que lo protegía, el cual luego fue sustituido en 1987 por otro moderno y más seguro, que cumplía el mismo propósito del primigenio.

Bueno pues, surgió un nuevo Atila de estos tiempos, que es PROLIMA, dependiente de la primera Municipalidad del país, y que, pese a los siglos transcurridos desde las vivencias destructoras del original, sigue la misma ruta demoledora, pues con nocturnidad, con la ventaja de ser autoridad y la alevosía de la prepotencia del ejercicio del poder, irrumpió en la Plazuela de San Francisco, premunida de maquinaria pesada y en menos de una noche destruyó el cerco perimetral mencionado. Ni las protestas ni los rezos de los frailes de la “Provincia Franciscana de los XII Apóstoles del Perú”, pudieron contener la impronta destructora del Atila contemporáneo.

No solamente hubo destrucción, sino también irresponsabilidad, pues los tractores, maquinaria pesada, más los camiones que retiraron el desmonte, sin olvidar el alto número de trabajadores municipales que participaron en el evento, digno de los espectáculos de los antiquísimos coliseos romanos, con su peso hicieron peligrar las catacumbas de San Francisco.

Lo insólito es que el pretexto para tamaño estropicio fue nada menos que abrir la Plazuela al público, como si ya no lo estuviese en horas del día y, con ello seguir en la supuesta mejora u ornato de la ciudad. La verdad es que, entre la seguridad del complejo monumental y el ornato de la ciudad, tiene muchísimo más valor lo primero. Incluso nos preguntamos si es que no hay una planificación adecuada de prioridades, pues observamos calles sin la debida iluminación en el llamado Damero de Pizarro, las pistas seriamente dañadas al igual que en muchísimas otras vías, avenidas y calles en nuestra Ciudad Capital, semaforización deficiente, cámaras de vigilancia que están desactivadas o nos contaron el cuento de que lo estaban durante los penosos sucesos de noviembre del año 2020.

PROLIMA, como Atila contemporáneo, no estuvo solo, contó con la colaboración, casi podríamos decir complicidad del Ministerio de Cultura, que estando en manos inexpertas, autorizó la atrabiliaria destrucción del muro perimetral al que nos hemos referido. Esto es muy grave pues se supone que dicho Ministerio debe proteger y cautelar los elementos de nuestra cultura, entre los cuales se encuentran monumentos como el complejo de San Francisco que fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1988, cuando ya existía el muro perimetral al que tantas veces aludimos.

La declaración de patrimonio cultural significa que, debe ser cuidado y preservado, y si se cuida destruyendo su muro de seguridad, que es parte de toda la zona que rodea al Monasterio de San Francisco, francamente ya no sabemos que pensar. Como dice el refrán hay que rogar con el mazo dando, para ello los frailes de San Francisco y la vergüenza de las autoridades ediles.

(*) Excongresista de la República

(*) Expresidente del Consejo de Ministros

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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