Opinión

Proyecto Olmos en la incertidumbre

Por: Fernando Cillóniz Benavides

Para la economía en general, y para la agricultura en particular, no hay nada más paralizante que la incertidumbre. La incertidumbre respecto a los fenómenos naturales es, de por sí, muy difícil de manejar: ¿El Niño o La Niña, sequías o lluvias torrenciales, frío o calor, plagas, enfermedades? Sin embargo, la peor de todas las incertidumbres es la causada por el hombre, especialmente por personajes políticos, periodistas, académicos o dirigentes que sean soberbios, egoístas, ignorantes o simplemente mediocres.

Por ejemplo, el presidente de EE.UU., Donald Trump, es un factor de incertidumbre brutal a nivel mundial. Me refiero, básicamente, a la insensatez de aplicar aranceles leoninos a todos los productos importados de México, Canadá, China, Europa, entre otros.

Ahora bien, como si no fuera suficiente con la incertidumbre en el ámbito natural e internacional, el fariseísmo periodístico peruano no podía quedarse atrás. Y el puritanismo político, igual. Para sabotear el Proyecto Olmos, el congresista Jorge Zeballos (Renovación Popular) ha presentado un proyecto de ley que impediría que cualquier empresa con una disputa con el Estado Peruano pueda participar en concesiones públicas. Es decir, adiós a todas las concesionarias que tengan algún reclamo con el Estado. Pregunto: ¿qué inversionista, nacional o extranjero, se animará a invertir en una concesión estatal con semejante aberración legal?

Más increíble aún es que periodistas calificados, como Augusto Thorndike y Milagros Leyva, entre otros, propongan entregar los activos del Proyecto Olmos al Estado. Lo que estos periodistas proponen es que Olmos se sume a la lista de fracasos estrepitosos como Majes Siguas II, Chavimochic III, Chinecas, Alto Piura, etc., donde el Estado no ha hecho nada… nada de nada.

Y aún peor, porque en el caso de Olmos están en juego la sostenibilidad de 67 mil trabajadores agrícolas de las diversas empresas de irrigación que, el año pasado, exportaron frutas y hortalizas por un valor de 850 millones de dólares. Y ni hablar de los 4 mil millones de dólares invertidos recientemente por las empresas agrarias de Olmos.

La verdad es que solo los peruanos envidiosos, amargados, demagogos o ignorantes no ven —o no quieren ver— la prodigiosa ingeniería que construyó el túnel más largo y profundo del Perú, y los extraordinarios beneficios agrícolas, económicos, laborales, sociales, tributarios, exportadores y multiplicadores del Proyecto Olmos, en Lambayeque.

Además, en octubre de 2024, el Consorcio Trasvase Olmos presentó al Gobierno Regional de Lambayeque una propuesta de adenda de transición para la sostenibilidad del proyecto, que incluye el recrecimiento de la presa Limón para aumentar la capacidad de almacenamiento de agua en beneficio de las empresas agroexportadoras y los pequeños agricultores de Olmos.

La propuesta también contempla obras de infraestructura hidráulica para el Valle Viejo de Olmos, responsabilidad formal del Estado. Así, la concesionaria ejecutaría una acción pendiente desde hace muchos años en favor de los pequeños agricultores de la zona.

En conclusión: avancemos con una nueva concesión, y que gane el mejor. Pero, mientras tanto, que se mantengan los activos (presa, compuertas, túnel trasandino, maquinaria, instrumentos, etc.) y el personal técnico a cargo del Consorcio Trasvase Olmos. Insisto: solo hasta que se culmine la subasta pública. Todo, menos entregarle al Estado —Ministerio de Agricultura, Gobierno Regional de Lambayeque o Proyecto Especial Olmos Tinajones (PEOT)— la gestión del trasvase. ¡No queremos otro desastre estatal como Chavimochic III o Majes Siguas II! Los 67 mil trabajadores de la irrigación Olmos, y sus empresas, merecen ser considerados.

(*) Exgobernador regional de Ica.

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

 

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