
La corrupción en el Estado tiene varias modalidades: abuso de autoridad, cobro indebido, cohecho, colusión, concusión, enriquecimiento ilícito, malversación de fondos, negociación incompatible, peculado, patrocinio ilegal, tráfico de influencias, etc.
Bueno, pues, a raíz de mi paso por el Gobierno Regional de Ica, en el período 2015/2018, yo he sido denunciado, maliciosamente, por todas ellas. Así es la nuez en el mundo de la política de nuestro país.
Como algunos saben, sin proponérmelo, sino más bien por no arrugar ante una inesperada invitación de Keiko Fujimori (Fuerza Popular) de candidatear al Gobierno Regional de Ica, en las elecciones de 2014, llegué a ser Gobernador de la región. ¡Hasta ahora no sé cómo logré ganar aquellas elecciones!
Sin embargo, la experiencia política, lo he dicho mil veces, resultó apasionante. Luchar contra la corrupción en salud, y vencerla, y gracias a ello, eliminar las colas de amanecida de los pacientes y mejorar significativamente los servicios de los hospitales y centros de salud de Ica, resultó muy gratificante.
El hecho es que asumí la presidencia del Gobierno Regional de Ica un 1º de enero de 2015, a mis 64 años… sin ninguna denuncia penal en mi contra. Y terminé mi gestión, el 31 de diciembre de 2018, con cerca de 70 denuncias… en mi opinión, maliciosas.
Pregunto: ¿no será que hay gente corrupta que denuncia por las puras, sólo para hacer daño a las autoridades que luchan contra la corrupción? Y ¿no será, también, que hay fiscales pusilánimes (o sabe Dios qué) que acogen todo tipo de denuncias, aunque sean maliciosas? Pues yo estoy convencido de que sí; hay mucha corrupción en la calle, y, también, mucha corrupción en las entrañas del Ministerio Público y del Poder Judicial.
Claro, eso lo dice Cillóniz porque lo acaban de sentenciar por peculado doloso, dirán muchos. Y no les falta razón. El problema es que yo no he cometido peculado doloso. Al menos, eso creo.
Según el propio Poder Judicial, peculado doloso es cuando un funcionario (en este caso, yo) se aprovecha de su cargo y se apropia o usa ilegalmente los bienes y recursos del Estado que recibe o administra, para beneficio de él o de un tercero. En sencillo, peculado doloso es sinónimo de robar.
Sin embargo, tal como dice la sentencia, mi “delito” consistió en haber autorizado el viaje, de dos días, si mal no recuerdo, de un funcionario del Gobierno Regional, sin haber dispuesto ningún recorte de sueldo. Pregunto nuevamente: ¿dónde está el peculado doloso? En todo caso, se trató de una disposición administrativa que, dicho sea de paso, estaba amparada por la Ley SERVIR.
El hecho es que el Sistema de Justicia de mi país me ha convertido en un delincuente.
Pues en esas ando. Denunciado por doquier. Y sentenciado, hasta ahora, por peculado doloso. Y digo “hasta ahora” porque falta la sentencia por un caso reciente de Lavado de Activos, muy celebrada por la prensa mermelera de Ica y el Diario Expreso de Lima. Veremos cómo termina… seguramente, dentro de unos 10 o 20 años. ¡Así es el monstruo de la justicia en nuestro país!
Mientras tanto… fuerza. No callar ni desmayar. Al diablo con el “qué dirán”. La corrupción es así: cínica, mafiosa, rencorosa, mediocre, cruel, cancerígena e insaciable. Pero ni modo… o la vencemos a ella o ella nos vencerá a nosotros. ¡Vamos Perú, carajo!
(*) Exgobernador regional de Ica.
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