Opinión

Para variar, detienen a comisario

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Han detenido al jefe de la comisaría de Apolo, en La Victoria, así como a otros dos efectivos policiales, por el presunto cobro de una coima de 2,500 soles a una persona intervenida por conducir en estado de ebriedad. Ya con las investigaciones se determinará si los implicados son responsables o no de ese hecho. Pero, lamentablemente, parece que todo sigue igual.

¿Cómo vamos a tener éxito en la lucha contra la delincuencia si hay comisarios y policías extorsionadores, miembros de bandas de asaltantes o que se dedican a filtrar información sobre los operativos para que los delincuentes logren escapar?

No es la primera vez y no será la última, pero resulta sorprendente que, pese a tantos anuncios de medidas y sanciones severas, no pase nada y hasta ahora existan estos traidores a la patria. Porque no se puede calificar de otra manera a personas que reciben el encargo de mantener el orden y la seguridad en lugares públicos; proteger a los ciudadanos y sus bienes de peligros y actos delictivos; hacer respetar las leyes; prevenir e investigar los delitos, etc., pero que hacen todo lo contrario.

En vez de actuar como funcionarios públicos honestos, responsables y eficientes, estos policías se dedican a delinquir, a violar las leyes y abusar de las personas, aprovechando su condición de autoridades.

Hace unos meses, cuando aún era comandante general de la Policía Nacional, al general PNP Jorge Ángulo le preguntaron si era cierto que había efectivos policiales que alquilaban sus armas a bandas de delincuentes. El general respondió que sí, pero que “no es un tema de ahora”. Lo mismo dijeron jefes policiales hace un año, dos años o en gobiernos anteriores, que siempre ha ocurrido y, por lo tanto, no es novedad.

O sea, como este problema viene ocurriendo desde hace mucho tiempo, ¿las autoridades de turno no tienen por qué resolverlo? Increíble, pero cierto. En el caso del comisario y los dos policías de Apolo, por ejemplo, en marzo pasado capturaron a otros tres efectivos involucrados. Presumiblemente, se trataba de una banda de policías delincuentes —vaya contradicción— que realizaban “operativos” en varios distritos y extorsionaban a las personas intervenidas.

En enero pasado, dos policías de Inteligencia asaltaron una joyería en Magdalena y fueron detenidos. El entonces comandante general de la PNP condenó el acto y lo calificó de “deslealtad y traición”, mientras que el ministro del Interior, también de entonces, anunció “todo el peso de la ley”. Sin embargo, parece que todo sigue igual. Mientras tanto, se sigue malogrando el trabajo de los buenos policías, que sí los hay. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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