Para ser ministro de Salud

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Hasta antes del covid, las carteras ministeriales más difíciles y complicadas eran las de Economía y del Interior. La pobreza y el desempleo, por un lado, y la inseguridad ciudadana, por el otro, eran las mayores preocupaciones de la población. Desde la pandemia, el Ministerio de Salud se ha convertido en otro portafolio de manejo muy dificultoso. Varios titulares de esta cartera han sido protagonistas de escándalos que significaron el fin de sus carreras políticas. La última es Rosa Gutiérrez, quien pasó a ser una de las exministras de triste recordación.

Hay dos aspectos centrales en esto de la elección del profesional que va a ocuparse de una institución como el Minsa. El primero, que un excelente profesional, un gran técnico, no necesariamente puede ser un buen político. El segundo, que un funcionario público de alto nivel, como un ministro, requiere no solo de preparación académica y experiencia en su campo, sino también de virtudes humanas, como la empatía, el amor al prójimo y, hay que decirlo, la humildad. Valores morales contrarios a la soberbia, la presunción, la pedantería.

En el caso de Rosa Gutiérrez, la imprudencia de mostrar autosuficiencia, arrogancia y vanidad fue minando su gestión hasta hacer insostenible su presencia en el Ministerio de Salud. Hay otro elemento negativo en su personalidad, la obstinación, pues recién aceptó su fracaso cuando quedó acorralada en el Congreso ante una inevitable interpelación y segura censura porque en su gestión el Perú se convirtió en el país con la más alta tasa de mortalidad por dengue en Sudamérica.

Otra ministra de Salud que interpretó el papel de villana en la política peruana es Pilar Mazzetti, qué duda cabe. No solo su gestión fue cuestionable, sino también su mala decisión de vacunarse contra el covid con dosis que estaban destinadas al personal de los ensayos. Por esa razón es investigada por el Congreso y la Fiscalía de la Nación, al igual que el expresidente Martín Vizcarra.

Y cómo no mencionar en este ranking de exministros de Salud para el olvido a Hernán Condori, el del “agua arracimada”, un tipo que parecía curandero en vez de médico, con el perdón de los curanderos que practican la medicina tradicional en lugares donde no hay ni una posta del Estado. Pero, valgan verdades, el de Condori fue un caso sui géneris de esos que se dieron en el gobierno de Pedro Castillo, que —incluso— tuvo a un ministro de Transportes que llegó a decir que tenía “experiencia” en el sector porque sabía conducir. Ojalá que Dios no libre en algún momento de esta clase de ministros. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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