Opinión

Oro puro para ciberdelincuentes (II)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Mencionábamos ayer que los datos robados — nombres, direcciones, documentos de identidad, información de familiares, bienes, deudas y hasta huellas digitales de muchos ciudadanos— a diversas instituciones del Estado, son oro puro para los delincuentes. En su afán de suavizar el escándalo, evitar que las víctimas de este latrocinio se preocupen y, claro está, aminorar los daños a la imagen de las instituciones públicas a cargo de administrar esa información sensible, se ha pretendido decir que la situación no es grave y que los ahorros de los usuarios de las instituciones financieras están a salvo.

Según el Ministerio Público, en los últimos cuatro años —del 2018 al 2021— se registraron alrededor de 36 mil denuncias por delitos informáticos en el país. Los delincuentes informáticos utilizan varias modalidades, cada vez más diversas y complejas, para obtener precisamente datos como los que se han extraído de las instituciones públicas a través de la “filtración”, que es la divulgación indebida de información secreta o confidencial. Entre esas modalidades están el robo de identidad, falsas emergencias familiares, phishing , recojo de tarjeta, estafa de las vacaciones, búsqueda de empleo y otras.

Justamente, las entidades bancarias recomiendan no compartir, por ningún motivo, datos personajes con extraños; no brindar fotos del DNI a los repartidores del servicio de delivery; en caso de robo de celular, anular las cuentas financieras asociadas al equipo y bloquear la línea y el dispositivo; no brindar ningún tipo de información si alguien solicita la clave de una tarjeta por llamada o mensaje; y pensar dos veces antes de hacer clic en los hipervínculos, entre otros.

No es cierto, por lo tanto, que la “filtración” de esos datos sea irrelevante. Más bien debe ser investigada de manera exhaustiva y profunda para dar con los responsables, además de identificar a las personas que están utilizando, incluso con objetivos políticos, esa información personal.

También se debería investigar, de paso, cómo es que información de este tipo llega a ser ofrecida en USB o disquetes en algunas galerías de venta y reparación de equipos informáticos. Y, además, por qué, cuando una persona hace una transacción económica por un monto considerable, al día siguiente la “bombardean” de llamadas por teléfono de bancos, cajas, aseguradoras, casas comerciales, clínicas y hasta funerarias, para ofrecerles sus servicios y las bondades de estos con una perorata acosadora. ¿Cómo se enteran? ¿Quién les pasa la información sobre potenciales clientes? Ahí está el detalle. A tener mucho cuidado. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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