No se quieren ir

Por: Omar Chehade Moya

Cuando hace mes y medio el Congreso votó en primera legislatura el adelanto de las elecciones para que la primera vuelta sea en abril de 2024 y la segunda vuelta para junio del próximo año en aras de tener el 28 de julio nuevo presidente y vicepresidentes de la República y nuevo Congreso, nos tranquilizó dicha sensatez.

Esto, desde mi experiencia por haber sido dos veces Congresista y dos veces también presidente de la Comisión de Constitución del Parlamento y saber cómo se pueden efectuar elecciones generales, pero sobre todo las reformas electorales mínimas e incluso reformas constitucionales que se necesitan para una correcta elección soberana de nuestra nación.

Hacerlo a trancas y barrancas apuradamente en octubre de este año nos parece un despropósito, y lo único que haría es tener una elección sin primarias, con deficientes candidatos y sin candados electorales para evitar que lo peor ingrese nuevamente al escenario político.

Uno de esos candados es que los condenados por terrorismo no puedan participar en una justa electoral. Hay más reformas que siempre hemos defendido, como el retorno del Senado (la bicameralidad es la madre de todas las reformas) o que se retorne a la reelección inmediata de los congresistas para tener un mejor Parlamento, más experimentado, que el inefable de Martín Vizcarra malosamente destruyó; o que se modifique el artículo 117 de la Constitución para que el presidente de la República no tenga ese blindaje monárquico absurdo que hasta ahora goza, y pueda ser acusado en su mandato por graves delitos de corrupción.

Se trataba de no tener el mismo adefesio de elección que tuvimos el año 2021. El escenario pintaba bien con los 92 votos a favor en primera legislatura. Es cierto que luego vinieron las “manifestaciones” de vándalos, senderistas, Conare Movadef entre otros incendiarios que empezaron a destruir el país, con el saqueo a la propiedad pública y privada, toma de aeropuertos, quema de policías y demás actos terroristas que desembocaron en más de 50 muertos.

Pero el Congreso no puede ceder al chantaje del comunismo marxista, leninista maoísta, pues nuestra democracia debe ser firme y no boba. A los pocos días, de manera increíble, el presidente de la Comisión de Constitución, Hernando Guerra García, en un acto de torpeza sin precedentes, reconsideró la primera votación, arriesgando todo lo que se había avanzado, y propuso en dicha reconsideración adelantar las elecciones para octubre de este año. No le ligó.

Luego volvió a reconsiderar lo reconsiderado para que la votación sea en diciembre de este año, pero no para una gestión de cinco años, sino de dos años y meses, como si fuera una elección complementaria para terminar el periodo 2021–2026. Tampoco obtuvo los votos necesarios en el Hemiciclo. Y, por supuesto, los comunistas pedían Asamblea Constituyente como chantaje para votar a favor.

Otros grupos presentaron propuestas más rocambolescas. Nadie se pone de acuerdo, mientras el país continúa en una crisis política sin precedentes. Diera la impresión que la mayoría parlamentaria de varios sectores no se quiere ir, sino hasta julio de 2026. Una pena.

(*) Ex vicepresidente de la República

(*) Ex congresista de la República

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