Opinión

No basta el ruego

Por: Antero Flores-Araoz

Hace algún tiempo escribí sobre la necesidad de ser solidarios, atendiendo a que estábamos soportando los estragos que dejó la pandemia del covid-19, la destrucción ocasionada por el ciclón Yaku, y también por las inundaciones, desbordes y huaicos que acontecen periódicamente en estas latitudes, ante la ineficiencia preventiva de nuestras autoridades.

No habiéndose superado aún lo antes descrito, hay que añadirle la crisis social, política y económica que nos agobia, originando que malos gobiernos y pésimas decisiones hayan espantado la inversión que es la que genera el trabajo digno y adecuadamente remunerado, lo que se traduce en bienestar general.

Por lo expuesto hay recesión, la producción de bienes y servicios se redujo, al igual que la venta de los mismos y, muchas veces los precios no compensan los esfuerzos, además de originar el crecimiento del desempleo y la desesperanza.

Ante todo lo señalado, se impone la solidaridad, que exige acción y no solo ruegos al cielo. Con pulcritud antiguo refrán señala que “A Dios rogando y con el mazo dando”, lo que significa que no basta el rezo, se requiere de la acción solidaria para ayudar a los que lo requieren, bajo el concepto de compartir, lo mucho o lo poco que se tenga.

Hay quienes se limitan al ruego o rezo religioso, invocando a nuestros santos nacionales como Santa Rosa de Lima, Santo Toribio de Mogrovejo, San Martin de Porres, San Juan Masías y San Francisco Solano, aunque otros prefieren el ruego a quienes teniendo popularidad aún no están consagrados por la Iglesia, entre los cuales tenemos al Padre Urraca, a la Beatita de Humay, a Sarita Colonia y a la Melchorita. Nada de esto sirve de mucho, si es que no se acompaña de la acción concreta, que es la solidaridad.

El poner una mano en el pecho, léase corazón, no resolverá problemas, si es que la otra mano no se pone en el bolsillo, donde se encuentra la billetera, compartiendo con quienes más necesitan apoyo en estos tiempos de dificultades que nos ha tocado vivir.

Juan Pablo II enseñó que “Hay que hacer valer el nuevo ideal de solidaridad frente a la caduca voluntad de dominio” (Mensaje a los pueblos de América Latina y el Caribe 46, en Santo Domingo), y vaya si en estos tiempos ello es indispensable.

Desde el sector emprendedor se puede hacer mucho para superar la situación, como es invertir en nuevas actividades empresariales que ofrezcan el tan necesario trabajo.

Somos conscientes de la falta de confianza, pero hay que superarla, ya que el hecho de mirar a otros países como receptores de nuestras inversiones, no garantiza que sigan siendo confiables pues la crisis de valores se ha vuelto universal y, los países que se consideraban promisores, o dejaron de serlo o a corto plazo podrán cambiar de rumbo. Nuestro universo hoy es impredecible.

Lo único cierto y eficaz es que hay que ayudar, y sin remilgos, a quienes lo requieren. La solidaridad es obligación.

(*) Expresidente del Consejo de Ministros

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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