Opinión

Los viajes del presidente

Los viajes del presidente se realizaban en los inicios de nuestra vida independiente por campañas militares; para defender el gobierno, en el caso del general Juan Antonio Pezet; de guerra exterior: con Bolivia en tiempos de Agustín Gamarra o con el Ecuador durante el gobierno de Ramón Castilla. También el viaje del presidente fue usado en vergonzosas circunstancias donde fue usado para fugarse ante el descalabro de la guerra contra Chile como lo hizo Mariano Ignacio Prado o como lo sucedido con Alberto Fujimori, que fugó del país para no enfrentar la justicia.

La circunstancial deserción del mando del país ocurrida con Mariano Ignacio Prado, es que se precisó el otorgamiento de la salida de un mandatario para evitar nuevamente esa conducta, y por eso los viajes del presidente tienen autorización expresa del Congreso por el tiempo que dure su ausencia.

Con el avance de las comunicaciones el presidente de la república solicitaba salir del país para asistir a reuniones con sus homólogos de los países que visitaba, allí están los viajes de Manuel Prado Ugarteche que en su primer gobierno se reunió con el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt en 1942 y en su segundo mandato con John F. Kennedy en 1961.

Después aparece una nueva modalidad de viaje que se inició con las cumbres de jefes de estado, siendo la primera y más importante la exitosa reunión de 1967 cuando Fernando Belaunde fue a Punta del Este en Uruguay y desde los años 80s del siglo pasado se normalizaron visitas protocolares del jefe de estado para asistir a la asunción del mando de los nuevos mandatarios de nuestro hemisferio.

Creyéndose que lo sucedido por Prado en el siglo XIX fue un acto circunstancial y que algo así no se iba a repetir; fue durante el régimen de Alberto Fujimori que se optó por darle las facilidades al mandatario a que salga del país por resolución legislativa cuya autorización se extendía por un considerable tiempo, esto sirvió a Fujimori para abandonar el cargo de Presidente tomando como pretexto la VIII cumbre del foro Asía Pacifico que se celebró en Brunei, y desde allí pasar a Japón a su exilio dorado. Después de esta nueva y negativa experiencia con Fujimori, se volvió otra vez a que el Presidente solicite al Congreso para salir del territorio peruano con una determinada agenda.

Lo pasado con Pedro Castillo y sus viajes al exterior han sido el detonante que el Congreso por primera vez en la historia del país no autorice la salida del mandatario por los constantes desatinos, además que en sus intervenciones no lograba hilvanar una idea coherente, haciendo un daño enorme al país ante la comunidad internacional. En su viaje realizado a la OEA el 20/9/2021, cuyo propósito era atraer inversiones, dijo: “En el Perú tenemos corruptos de todo calibre. La corrupción es un gran problema en mi país y tenemos corruptos hasta para exportar”.

Ahora la presidenta en ejercicio solicita permiso al Congreso para salir de viaje a una reunión con el presidente norteamericano Joe Biden, cuando en realidad no hubo agenda y menos reunión con el mandatario estadounidense, sino solo un encuentro por el corredor de la Casa Blanca y después reuniones con funcionarios de menor jerarquía.

La presidencia de la República es la máxima institución de nuestro estado, porque el titular de esta es quien personifica a la nación; la presidente Boluarte debe entender que su situación obedece a una sucesión por mandato constitucional y no por ser elegida para ese cargo, y considerar que su permanencia es precaria al no haber otro vice presidente que la pueda reemplazar. Leyes forzando la Constitución para permitir este tipo de viajes solo conducen a su impopularidad y el desmedro del cargo que hoy tiene.

(*) Excongresista

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