Opinión

Los pitbulls de la prensa

Por: Martín Valdivia Rodríguez

El periodismo es una carrera que, por lo general, siempre ha distinguido a quienes la ejercen por tener un nivel de cultura general decente, por sus conocimientos —aunque no profundos— en las más diversas materias y por sus maneras correctas de tratar a los demás. Sin embargo, en los últimos años estamos asistiendo a un declive que, si bien se está dando en casi todas las profesiones, se hace más notorio en el periodismo.

Un caso especial es el de ciertos reporteros de televisión. Estos periodistas —no estamos generalizando—, con la lengua afilada y el adjetivo en ristre, agreden verbalmente, acusan y juzgan. De alguna manera, el periodista tiene una función fiscalizadora; no puede mostrar una postura blandengue y condescendiente, pero para ser imparcial y recto no es necesario caer en la ofensa y el insulto.

El asunto es más notorio en la televisión, donde la voz impostada y el histrionismo son moneda corriente, pero también se da en la radio y en la prensa escrita, especialmente la digital. Hay cantidad de notas periodísticas —las que en teoría deben caracterizarse por su objetividad— con opiniones y juicios de valor impropios del periodismo informativo, que básicamente debe responder a las preguntas de qué sucedió, dónde y cuándo, quién lo hizo y cómo, de ser el caso. Otra cosa es el periodismo de interpretación. Y otra, el de opinión.

Curiosamente, estas facetas son más recurrentes en periodistas que denotan escasa preparación académica y mínima formación vocacional. El bajo nivel profesional es notorio y queda en evidencia en el desconocimiento del tema principal y la información conexa. Más que periodistas, estas personas parecen picapleitos o fiscales desatados. No van en busca de la verdad, siempre van “al ataque” a las conferencias de prensa o las entrevistas. Si bien el periodismo también es una herramienta de denuncia, conseguir una información de ese tipo no debe ser una obsesión. Se puede ser incisivo y pertinaz sin perder la compostura ni parecer un pitbull sin correa. Se ve feo y resta credibilidad.

En el ejercicio del periodismo también rige la ética o deontología profesional, una disciplina filosófica que nos da las pautas para expresar una conducta teniendo en consideración los valores y la disciplina. Sería bueno que estos colegas, que parecen quijotes luchando contra molinos de viento, le den una repasada a estos conceptos que se aprenden en las aulas. Bob Woodward, del diario The Washington Post, develó el caso Watergate y tumbó a Richard Nixon no por ofender e insultar, sino por buscar la verdad con la distinción de un verdadero periodista. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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