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Reseña: Hasta que nos volvamos a encontrar, Tondero/Netflix debutan con el pie izquierdo

Por: Facundo Valdivia

Transcurría inicios del año 2020 y el CEO de Netflix, Reed Hastings, visitaba Perú con el objetivo de brindar contenido realizado en el país para la plataforma estadounidense. Es así que, ante tan pocas opciones de productoras peruanas, termina depositando su confianza en la empresa Tondero, reconocida sobre todo por ser la casa madre de la saga de películas ‘Asu Mare’ protagonizadas por Carlos Alcántara. Es así como llegamos a obtener ‘Hasta que nos volvamos a encontrar’ siendo dirigido por Bruno Ascenzo (recurrente en Tondero, brindándole seguridad a la empresa) y siendo protagonizada por Stephanie Cayo y el español Maxi Iglesias narrando la historia de un empresario extranjero quien desea construir un hotel siete estrellas en Cusco, pero cuyo enamoramiento por una mujer del país le hará cambiar sus planes.

Una trama sencilla y sin complicaciones, como todas las demás producciones de Tondero, contratar a actores ya reconocidos e inyectarle mucho marketing para poder vender la película, una estrategia en la cual la productora peruana ha sabido aplicar y esta no es la excepción. Sin ganas de embarrarse las manos, entrega al público peruano un sin sabor de boca y al internacional una imagen atractiva para animarse a hacer turismo, pero todo lo contrario en lo que más importa en esta ocasión: entregar una película inteligente que logre cautivar. La película se podría resumir sólo viendo el tráiler de casi dos minutos de duración lanzado hace unas semanas debido a la sencillez de su elaboración. Bruno Ascenzo además, pareciera que le quiere rendir un homenaje a la saga de películas para adultos para las que actuó (Mañana te cuento) mostrando una escena totalmente innecesaria de Stephanie Cayo desvistiéndose cuando la manera más pragmática hubiese sido sugiriendo la acción. En cuanto a los actores protagonistas, su actuación de cada uno de ellos es aceptable sobre todo destacando el correcto desempeño de Stephanie Cayo mientras que la química entre ambos va de menos a más, sintiéndose que algunas escenas pudieron haberse realizado mejor. Lamentablemente el mayor error y problema que tiene el filme es sin duda su flojísimo guion, no sólo la historia es muy pobre, sino que también acompañan diálogos muy escasos de elaboración, además de tener escenas que tratan de ser graciosas recurriendo al chiste fácil recurrente en el país durante los años 90’ cuando actualmente ya estamos presenciando otro tipo de humor más elaborado siendo concurrido por los peruanos a través del internet y los teatros. Del largometraje se termina rescatando la muy buena dirección de fotografía de Miguel Valencia que visualmente maquilla todos los problemas de la película, junto con un buen trabajo en equipo por parte de los productores para las locaciones y la vestimenta usada a cargo de la dirección de arte como también al responsable de los personajes extras que logran representar adecuadamente a las personas cusqueñas y puneñas.

De esta forma, la nueva película de Tondero producida por Netflix significa más de lo mismo, una producción que en los próximos meses (cuando acabe la campaña de marketing) será totalmente olvidable para la mayoría del público peruano, como suele ocurrir con todas las demás producciones de Tondero. Una película que no apuesta por arriesgar e innovar, que se conforma con una historia simplona luciendo profesional y atractivo para la vista finalmente sintiéndose como un cascarón vacío.

CALIFICACIÓN: REGULAR ⭐⭐✖✖✖

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