Opinión

Los magnicidios en el Perú

Por: Martín Valdivia Rodríguez

A propósito del caso del periodista que convirtió uno de sus tuits en la noticia del día, al sugerir asesinar al presidente Pedro Castillo, los magnicidios no han sido ajenos al Perú. El más famoso en el mundo fue el perpetrado contra John F. Kennedy en 1963, pero a lo largo de la historia peruana también han ocurrido varios, casi todos por cuestiones políticas.

El más reciente magnicidio en el mundo fue el del entonces presidente de Haití, Jovenel Moïs, en julio del 2021, cuando un grupo armado lo acribilló en su propia residencia. Retrocediendo en el tiempo también tenemos a los asesinatos de Julio César, 44 años antes de Cristo; de Abraham Lincoln, en 1865; del archiduque Francisco Fernando de Austria, en 1914, que desencadenó la Primera Guerra Mundial; de Martin Luther King, en 1968; y de Salvador Allende, en 1968, en el golpe de Estado que ejecutó Pinochet en Chile.

En el Perú, quizá el primero que registra la historia es el de Huáscar, que fue ejecutado por orden de su medio hermano Atahuapa en Andamarca, por temor a que se confabule con los españoles. Siguen el de Atahualpa, eliminado por orden de Francisco Pizarro; Diego de Almagro, a manos de Hernando Pizarro; el mismo conquistador Pizarro, que murió ante las estocadas de los almagristas; Túpac Amaru I; y Túpac Amaru II, muerto por los españoles. En la era republicana los magnicidios empezaron en 1825 con el de Bernardo Monteagudo, y luego siguieron los de José Balta, Mariano Herencia Zevallos y Manuel Pardo.

Los más sonados fueron el de Luis Miguel Sánchez Cerro, asesinado en el hipódromo de Santa Beatriz, en 1933; y Tomás Gutiérrez, cuando ejercía la presidencia de facto de la República, abatido con dos de sus tres hermanos en represalia por la muerte de Balta.

Pero esos hechos ocurrieron cuando no había democracia, en tiempos en los que el país era gobernado por regímenes totalitarios, muchas veces de facto o con un aval conseguido bajo métodos propios de una dictadura. Hoy nos rige la democracia, un sistema de Gobierno que quizá no es perfecto, pero es el mejor. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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