Opinión

Los celos en la política

Por: Martín Valdivia Rodríguez

No solo en las relaciones amorosas puede haber celos, también se dan en la política, especialmente cuando estamos cerca de elecciones o algún otro evento importante donde los egos son los protagonistas. Los celos en el amor pueden definirse como el temor desmedido y desenfrenado de perder a la pareja por causa de otro u otra, mientras que en la política son provocados por la envidia, la codicia o el riesgo de ser menos influyente y poderoso. Incluso hay celos profesionales en todas las carreras. Y en el periodismo, ni hablar.

Los celos en la política, a los que nos referiremos hoy, se pueden dar incluso entre amigos, correligionarios y hasta hermanos. Los celos fueron causa de la rivalidad, por ejemplo, de Caín y Abel, según la Biblia; Rómulo y Remo, a decir por la leyenda sobre la creación de Roma; o Huáscar y Atahualpa, durante el Imperio Inca, circunstancia que les facilitó la conquista a Francisco Pizarro y sus huestes a caballo y con arcabuces.

Salvando las distancias y tiempo, para no ir tan lejos, podríamos mencionar a Rafael Correa con Lenin Moreno en Ecuador, y Evo Morales con Luis Arce en Bolivia, quienes, luego de llegar al poder juntos como hermanos, terminaron en el divorcio político. Moreno fue vicepresidente de Correa, y Arce, ministro de Economía de Morales. Ahora se acusan de traición y son enemigos políticos irreconciliables.

Para ubicarnos en nuestro escenario político, en el Perú podemos mencionar a Martín Vizcarra como vicepresidente de Pedro Pablo Kuczynski. Alguna vez Omar Chehade, quien fue segundo vicepresidente de Ollanta Humala, reconoció que ese puesto muchas veces provoca celos o envidia por parte del entorno de Palacio de Gobierno e incluso del mismo mandatario, que podría sentirse amenazado. También podría ser al revés, pues el mismo PPK declaró hace poco que Vizcarra “participó en el complot” para sacarlo del gobierno, desde su entonces oficina en la embajada de Perú en Canadá.

Oliver Stone, director de icónicas películas como “Pelotón”, “JFK” y “Expreso de medianoche”, dijo una vez: “Nunca subestimes el poder de los celos y el poder de la envidia para destruir”. Mientras que en “Caracortada”, de Brian de Palma, Tony Montana le aconseja a Manolo “Manny” Ribera: “Nunca subestimes la codicia de los demás”.

Eso es, los cineastas la tienen clara, pues son filósofos del verbo y la imagen, por lo que suelen auscultar meticulosamente hasta las características psicológicas de los personajes de sus películas a partir de situaciones de la vida real. La envidia y la codicia, en ese orden, son el fuego que enciende los celos en la política. Mucho cuidado con se detalle.Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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