
La ansiada agua de avenida llegó. Tardó, pero llegó. Acaba de empezar la temporada de lluvias 2024/2025. La pregunta es, ¿acaso la situación no se repite año a año desde que tenemos uso de razón?
La respuesta es sí; todos los años es la misma historia. Me refiero a la desesperada espera por el agua nueva. Todos los años, los agricultores de Ica y de todo el Perú aguardamos con impaciencia el inicio de la temporada de lluvias. Y la impaciencia es tal, que recurrentemente, tal como acaba de ocurrir en Piura y Lambayeque, el Gobierno declara “oficialmente” la emergencia hídrica en el país como si un decreto, pudiera traer el agua que tanto necesitamos los agricultores para nuestros cultivos.
A ese respecto, yo prefiero mil veces más reservorios que las consabidas Declaratorias de Emergencia que no sirven para nada, excepto para robar. El hecho es que, a partir de ahora, los ríos se van a cargar y, superada la angustia por la espera del agua, pasaremos al segundo capítulo de la historia: la preocupación por los desbordes de ríos o, lo que es peor, las inundaciones o huaicos.
Por ello, el desafío del agua es el siguiente: ¿qué hacer para tener agua todo el año? La respuesta es muy sencilla: reservorios, reservorios y más reservorios, tal como hicimos en Ica, durante el período 2015 – 2018.
Efectivamente, en aquel entonces construimos muchos reservorios pequeños y medianos desde las nacientes de nuestras cuencas hasta las partes bajas de nuestros valles. Asimismo, sembramos muchas plantaciones forestales y cercamos muchos pastizales para retener el agua de lluvias y evitar la erosión de nuestras quebradas. Debemos desterrar de nuestras mentes aquella idea de que solo las grandes irrigaciones solucionarán nuestros problemas de escasez hídrica. En todo caso, muchos pequeños y medianos reservorios pueden almacenar tanta o más agua que pocos grandes reservorios. Por lo demás, las grandes irrigaciones son muy costosas y de larguísimo plazo. Incluso, algunas nunca se construyen.
Tales son los casos de Majes-Siguas II, Pampas Verdes, CHINECAS, CHAVIMOCHIC III, Chancay-Lambayeque, Alto Piura y demás.
Debemos trasvasar aguas sobrantes de cuencas que vierten al Atlántico hacia cuencas deficitarias que vierten al Pacífico. Olmos, por ejemplo. Incluso, hay que trasvasar aguas sobrantes entre cuencas que vierten al Pacífico, como es el caso de Chavimochic en La Libertad. Para ello, tenemos que establecer lo que hemos denominado “La Hermandad del Agua” entre la Costa y la Sierra.
¿En qué consiste la hermandad del agua? (1) En dialogar con respeto y cordialidad con nuestros pares andinos. (2) En crear los Consejos de Cuenca de manera equitativa. Es decir, con el mismo número de representantes de la Costa y de la Sierra. (3) En compartir las aguas trasvasadas y almacenadas a lo largo de todas las cuencas, de arriba abajo. (4) En mantener los ecosistemas naturales de nuestras cuencas, desde las nacientes hasta las desembocaduras. Y (5) en establecer un Canon Hídrico – que proviene de los impuestos que pagan las empresas agrarias de la Costa – para financiar los reservorios y plantaciones forestales antes mencionadas.
¿Por qué no se reglamenta la Ley de Canon Hídrico (Ley 31720), promulgada el 31 de marzo de 2023? Claramente, al Estado le importa un bledo la escasez de agua en el agro peruano.
(*) Exgobernador regional de Ica.
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