Al caer la tarde, los jugadores quedaron en libertad y dejaron la concentración. Muchos de ellos enrumbaron viaje al interior de Argentina, como Di María y Messi, quienes partieron a Rosario en un avión particular, acompañados de Dybala, quien siguió vuelo hacia Córdoba. A su llegada a su ciudad natal, la “Pulga” también fue recibido por un grupo de aficionados, mientras que la gente se preguntaba por su esposa Antonella y sus hijos.
En tanto, poco a poco la multitud se fue dispersando de las principales calles de Buenos Aires, aunque varios miles continuaron hasta las primeras horas de la noche gritando y ondeando banderolas albicelestes mayormente con imágenes de Messi, Maradona y la Copa del Mundo.
La euforia desatada dejó varios heridos, entre ellos aquellos que osaron lanzarse desde un puente al bus que trasladaba a los jugadores. Fuentes del Ministerio de Salud confirmaron que al menos 31 personas debieron ser asistidas tras los festejos por el recibimiento de la selección argentina.
“La mayoría se encontraba con diagnóstico de politraumatismos por caídas y heridas cortantes”, precisaron en relación del estado de salud de los heridos. Lamentablemente, la organización del evento más grande en la historia deportiva de Argentina se escapó de las manos y faltó la gran foto de los jugadores con la Copa del Mundo frente a la afición.
