
La única vocación que existe es la vocación hacia determinadas actividades profesionales u ocupacionales, en donde, de acuerdo a la oferta y la demanda del mercado, habrá mayores o menores ganancias, siendo importante que para que haya una auténtica realización profesional es imprescindible estar donde nos corresponde por vocación.
Lo que algunos pueden entender como “vocación hacia el dinero” es en realidad una simple ambición pecuniaria. Si una persona dice que le gustaría estudiar derecho porque siendo abogado puede ser notario y ganar mucho dinero en su notaría, se está guiando por una falsa apreciación de la vocación, ya que su verdadera vocación puede ser para otra carrera profesional o para otra rama del conocimiento, pues su vocación puede ser hacia la medicina humana, por ejemplo.
Y viceversa, si una persona dice que le gustaría estudiar medicina porque siendo médico puede llegar a ser un gran cirujano cardiovascular y ganar mucho dinero en una clínica privada, también se está guiando por una falsa apreciación de la vocación, ya que su verdadera vocación puede ser para otra carrera profesional o para otra rama del conocimiento, porque su vocación puede ser hacia el derecho, por ejemplo.
En el primer caso podemos perder a un gran médico, ya que por pensar en términos de ganancia económica se eligió a la abogacía como profesión cuando no se tenía las aptitudes para ello. La ceguera por lo meramente económico puede resultar fatal en términos vocacionales. En este caso la persona pudo, en potencia, llegar a realizarse plenamente en la medicina, al punto de poder fundar una clínica privada y/o contribuir con la divulgación del pensamiento médico y la investigación a través de libros publicados, etc.; pero ello no fue posible porque se eligió otra carrera profesional, otra rama del conocimiento.
En el segundo caso podemos perder a un gran profesional del derecho, a un gran abogado, toda vez que por pensar en términos de ganancia económica se eligió a la medicina como profesión cuando no se tenía las aptitudes para ello. La ceguera por lo meramente económico, de igual manera, puede resultar fatal en términos vocacionales. En este caso la persona pudo, en potencia, llegar a realizarse plenamente en el derecho al punto de poder llegar a ser magistrado supremo o contribuir con la divulgación del pensamiento jurídico en la condición de jurista; pero ello no fue posible porque se eligió otra rama del conocimiento.
(*) Miembro suplente de la Junta Nacional de Justicia.
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