
Habíamos visto que en las sociedades desarrolladas económica e industrialmente, la búsqueda del lucro encuentra correspondencia con el ejercicio de la actividad privada, por lo que no solamente las mayores remuneraciones se van a obtener en el sector privado, sino que en éste se van a dar las más grandes ganancias y dividendos entre los socios o accionistas de las empresas privadas, ya sea en las actividades de servicios (entre ellas, la actividad jurídica privada) o en las actividades de manufactura y creación de bienes y productos industriales.
Es lo que sucede en lo que se llama usualmente “primer mundo”, como son países europeos como Reino Unido, Alemania, Francia o Suecia, etc., o países como Estados Unidos de América y el Japón, por ejemplo, por determinación de los mayores índices del desarrollo humano (IDH), basados en los mejores logros en salud (esperanza de vida al nacer), en educación (tasa de alfabetización y tasa de matriculación) y en el nivel de vida (promedio del producto interno bruto per cápita en dólares americanos).
Es innegable que el IDH se encuentra en directa relación con políticas de Estado en donde es posible descubrir las vocaciones auténticas de las personas antes que egresen de las aulas de los colegios (públicos o privados) escolares de educación secundaria, pues solamente es posible el desarrollo nacional de un país cuando se descubren las vocaciones a tiempo y se aplican políticas de reconocimiento del mérito y de los talentos de las personas.
La obtención del lucro legítimo que se da en el sector privado no desconoce por cierto el tema de las vocaciones. Por ejemplo, en la profesión de la abogacía, el rol del abogado defensor de libre elección (ejercicio privado del derecho) se acopla a la perfección con el perfil profesional de la búsqueda de las mayores ganancias económicas. De esa manera se explica que haya abogados que se sienten realizados profesionalmente cuando ganan un caso complejo o complicado, en donde se imputaba a sus defendidos tráfico ilícito de drogas en redes de distribución internacional (cárteles de droga) u organización criminal presuntamente compuesta por políticos con cargo estatal, etc.
No hay vocación hacia el dinero en realidad, sino vocación hacia determinadas actividades profesionales u ocupacionales, en donde, de acuerdo a la oferta y la demanda del mercado, habrá mayores o menores ganancias. Y para que haya realización profesional es necesario estar donde nos corresponde por auténtica vocación.
(*) Miembro suplente de la Junta Nacional de Justicia
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