Opinión

La vacancia presidencial y el Congreso

Por: Omar Chehade Moya

La vacancia del presidente de la República está sujeto a diversas circunstancias que pueden determinar el cese definitivo de su cargo: Su muerte, su renuncia, salir del territorio nacional sin permiso del Congreso o destitución por los delitos de traición a la patria o por impedir las elecciones generales o regionales, o disolver inconstitucionalmente el Parlamento. Sin embargo, lo más común ha sido la incapacidad moral declarada por el Congreso (casos de los ex presidentes Alberto Fujimori, PPK y Martín Vizcarra). Para Enrique Chirinos Soto, la vacancia es la prueba de la supremacía del Congreso sobre el presidente. Lo cierto es que el Congreso declara la vacancia presidencial porque es una responsabilidad que le otorga la Constitución dentro de un estricto criterio de equilibrio entre los poderes del Estado, relacionando en este caso la necesidad de prever una situación contingente que pudiera sobrevenir en relación al jefe de estado. Debe considerarse sin ninguna duda, que, allende de que el poder legislativo debe respetar un debido proceso en sede parlamentaria contra el presidente, se trata de un juicio político.

La incapacidad moral y en menor medida la física, al ser declaradas por el Congreso tienen componentes de carácter subjetivos y políticos. NO existe ley de desarrollo constitucional que mida o refiera los términos de la supuesta incapacidad moral del primer mandatario. Por ello, a diferencia de los delitos que sí están codificados, los actos inmorales no son necesariamente en sí mismos codificables en forma desagregada, sino que pueden ser agrupados en categorías genéricas según el criterio de gravedad con la que los principios éticos consideren el acto moralmente censurable con conductas irresponsables. Para quien ejerce la presidencia de la República la exigencia de su conducta ejemplar no se agota con el cumplimiento de las leyes, sino que le obliga a no ser alcohólico, acosador sexual, consumidor de drogas, mitómano o mentiroso consuetudinario (como fue el caso del ex presidente Martín Vizcarra) no denigrar a las personas, no ser adúltero (caso Bill Clinton) coprolalico, (grosero) exhibicionista impúdico, etc. Cualquiera de estas conductas que no necesariamente son delitos, pero sí inmoralidades graves y que resultan actos impropios e inaceptables para un presidente por las cuales tendría que ser vacado, pues su accionar no solo lo denigra como ser humano, sino manchan también la investidura presidencial ofendiendo gravemente al país.

Otro acto agraviante de un presidente resulta cuando en vez de formar un gabinete ministerial, conforma una célula terrorista, designando a ministros cuestionados con su pasado o presente vinculados con agrupaciones subversivas que tanto dolor y muerte le han causado a nuestra nación ofendiendo no solo a la patria, sino a miles de hombres o mujeres civiles y militares que cayeron por el ataque sanguinario de los delincuentes terroristas. En este caso, el presidente debe ser vacado en el acto sin ningún tipo de dubitaciones parlamentarias. Como bien lo señalaba el maestro Enrique Bernales Ballesteros: “la vacancia en nuestra constitución recibe el modelo sajón del “impeachment” o juicio político, es decir, es un comportamiento presidencial que no es aceptado por la sociedad, algo que no se condice con su investidura, y sin necesidad de mayores pruebas sino solo con elementos que causen convicción de su inmoralidad. La tramitación es breve, debiendo cumplir con acompañar los cargos, realizar los descargos y ejercer el derecho de defensa en el pleno del Congreso en compañía de su abogado”.

Quiero terminar con dos citas históricas, la primera, cuando nuestro héroe Francisco Bolognesi, antes de quemar el último cartucho en la batalla de Arica ante la superioridad militar numérica del enemigo pedía por telegrama refuerzos (que nunca llegaron) al coronel Segundo Leiva, diciéndole exaltadamente: “Apure Leiva, apure”. La otra histórica frase corresponde al secretario de estado norteamericano, Henry Kissinger, en su visita a Buenos Aires, ante los terribles hechos que ocurrían en medio de la atroz dictadura militar argentina: “Lo que tengan que hacer, háganlo rápido”.

(*) Ex vicepresidente y excongresista de la República

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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