Opinión

La urgencia de corregir errores (I)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

En un video que data de fines del 2021, se aprecia cómo el croata Luka Modric, capitán de la selección de fútbol de su país, le da un consejo valiosísimo al arquero Dominik Livakovic, quien por sus malas actuaciones en dos derrotas seguidas (7-1 con Malta y 1-0 con Rusia) había perdido el titularato. “No te estaría diciendo esto si no me preocuparas. Veo que no progresas en el seleccionado. Quizá es la presión que tienes, quizá no… Irradias mucha incertidumbre y eso se transmite al equipo. ¿Por qué no puedes cometer errores? Todos lo hacemos. Siento que tu problema es el miedo a cometerlos. Eso solo empeora las cosas… Mira, eres un gran arquero, tú lo sabes, ¿verdad?”. Esas palabras de Modric cambiaron el destino del portero, que fue una de las estrellas del Mundial de Catar. Así como en el fútbol, en la política también se cometen errores. Presidentes, ministros, congresistas… los cometen y con recurrencia. Mejor dicho, con reincidencia.

Decía Goethe, quien además de escritor y filósofo humanista, era político —fue ministro alemán—, que el único hombre que no se equivoca es el que no ha hecho nada. Gran verdad, pues de los errores se aprende, pero hay que corregirlos. “Incluso un error puede llegar a ser lo único que se necesite para un logro valioso”, frase de Henry Ford, fundador de la Ford y padre de la producción de máquinas en serie. Muy cierto, pero como afirmaba Confucio, el hombre que ha cometido un error y no lo corrige, comete otro error mayor.

El arquero Livakovic, aconsejado por Modric, perdió el miedo a cometer errores, recuperó el titularato y fue fundamental para que su selección suba al podio en el Mundial al ocupar el tercer lugar. Croacia llegó tan alto gracias a las actuaciones de su arquero en la definición por la tanda de penales ante Japón y Brasil.

En la cuestión política es más que necesario, es indispensable corregir los errores que se cometen. Pero para corregir un error, primero hay que tener la hidalguía de reconocerlo, de admitirlo. Y ya sabemos los soberbios que son nuestros políticos, más aún aquellos que no tienen la experiencia, las capacidades ni los conocimientos necesarios como para ostentar los cargos que les encomendaron, ya sea a dedo o por voto popular. En una coyuntura política como la actual, que ha causado una convulsión social difícil de resolver, corregir los errores puede evitar más violencia, caos y muerte. Hay que valorarlo y tomarlo en cuenta por el bien de los 33 millones de peruanos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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